MERIBEL II
 
"Si no puedes ayudar, molesta. Lo importante es participar"



Día 2…
-.-.-.-.-.-.-.-.

Bella POV

-¡Auch Bella! Eso arde… - dijo el cobarde de mi novio retirando su mano de mi regazo.

-¡No te muevas! – mascullé entre dientes, volviendo a atrapar su mano.

Había pasado una hora desde que llegamos del hospital. Al comienzo, no habíamos creído necesario hacer dicho viaje al centro de salud del pueblo, ya que los chicos sólo presentaban quemaduras leves y una que otra ampolla, nada que no se pueda solucionar con un poco de hielo y cremas. Pero nuestros planes se vieron arruinados por otro pequeño accidente en el tejado. Específicamente por la fatal combinación de: Santa Claus y sus malditos renos, un apagón general cortesía de Emmet, y claro, el infaltable Andrew como la cereza que decoraría ese pastel de calamidades.

En realidad nadie sabe cómo se dieron las cosas, pero Leanne, Esme, Reneé, Charlie y Carlisle coincidían en una sola cosa: Andrew tenía la culpa. Según cuentan, por dárselas de malabarista profesional, terminó tropezando con una cuerda en el suelo del tejado justo cuando se produjo el apagón general, cayendo luego del techo, no sin antes, llevarse en su encuentro al pobre de Charlie, quién se llevó la peor parte de la caída ya que tío Andrew terminó sobre él.

¡Pobre Charlie! Tan sólo llevábamos un día en Meribel y ya tenía una pierna enyesada y el brazo izquierdo en una escayola.

-¡Quédate quieto! – volví a resoplar. Le eché una ojeada a Charlie, quien estaba desparramado en el mueble continuo al nuestro, gruñéndole a cualquiera que se acercara ha más de un metro a la redonda. "¡Bueno, por lo menos eso le imposibilitará hacer sus rondas nocturnas!" pensé más tranquila, volviendo a untar más crema sobre sus quemaduras.

-¿Algún problema, nena? – preguntó mi papi dejando el mando a larga distancia para centrar su atención en Jake. "Por lo visto está con ganas de pelear" pensé viendo cómo mi novio tragaba incómodo por su mirada.

-Nada que no pueda solucionar yo, papi… - sonreí, metiéndole un coscorrón a Jacob para que dejara de moverse – terminé… - suspiré, empezando a levantarme – ahora se un buen niño y estate sin meterte en problemas por un buen rato – dije alejándome de él.

-¿A dónde vas amor? – preguntó mi futuro ex-novio nervioso, al ver que se quedaría con mi padre, solos, en la sala…- "¿En serio pensaba que Charlie le iba a hacer algo? ¡Si el pobre ni se podía mover!" pensé rodando los ojos.

-Voy con… -titubeé- Alice – la verdad es que quería ver a Edward, pero eso era algo que no le podía decir, por ahora. Estaba algo ansiosa desde que habíamos llegado del hospital ya que lo había perdido de vista desde entonces, y mis nervios aumentaban con cada segundo que pasaba. Jacob siguió viéndome desconfiado, pero decidió no decir nada ya que mi padre estaba muy atento a cada una de nuestras palabras.

Salí corriendo al segundo piso en donde se encontraban nuestras habitaciones, ya que supuse Edward estaría descansando. Aunque… ¿Y si Jacob se le ocurría irse a recostar un rato? ¿Y si nos encontraba? ¿Qué le diría?... bueno, algo se me ocurriría en ese momento, por ahora sólo quería ver a Edward. Nerviosa como estaba, no le presté mucha atención a Alice cuando me la crucé en las escaleras, quien estaba dando órdenes a los del personal para que terminaran de arreglar el desastre que Andrew y Emmet habían dejado a su paso… "Por lo menos desistió en hacernos continuar con eso de los adornos" resoplé, llegando al segundo piso.

-¡Bella! – exclamó al ver que la pasaba de largo sin decirle nada - ¡Espera Bella! – dijo dándome el alcance a los pocos segundos. Me detuve a regañadientes viendo como el pequeño demonio comenzaba a sonreír satisfecha despachando a las personas a sus labores, para luego acercarse a mí con sus andares de bailarina.

-¿Por qué tanta prisa Bella? – preguntó haciéndome rodar los ojos. "¿Acaso no era obvio?".

-Edward… - me limité a contestar, "Que ella misma saque sus propias conclusiones" pensé. Vi la comprensión brillar en sus ojos, pero no le di tiempo a decir nada pues me dirigí al cuarto de Ed, esperando encontrarlo ahí.

-Uhmmm… - murmuró al verme tomar la manilla para girarla – él no está en su cuarto – dijo mirándose las uñas, me giré a verla intrigada, con la clara pregunta de cuál era su paradero plasmada en mi rostro. Pero el pequeño demonio no me prestó atención y comenzó a alisarse arrugas inexistentes en la chompa que llevaba…

-Entonces… - suspiré – oh grandísima Alice, tú que todo lo ves y lo sabes… - repetí esa frase que había venido diciéndole desde que la conocía y usaba cada vez que quería sacarle información – ¿dónde diablos…? – respiré varias veces tratando de controlarme al ver que el demonio ese comenzaba a disfrutar del suspenso y mi poca paciencia - ¿Me podrías decir en dónde esta Ed, por favor?

-Uhmmm… no sé si decirte… - comentó sonriendo perversamente…

-Alice… - dije haciendo el puchero que aprendí de ella. "¡Que funcione! ¡que funcione!" pensé, ya que una cosa era usarla con Edward quien cedía a todos mis gustos, pero otra muy diferente era intentarlo con Alice…

-Ok, ok, pero deja de hacer esa cosa… no puedo creer que después de tantos años no hayas aprendido a hacerlo bien- resopló fastidiada, rodando los ojos – tu Eddie esta con mi Jazzy despidiendo a los electricistas – agregó.

-¿Dónde está el fuego? – preguntó dándome el alcance, ya que había salido disparada a la primera planta – Esme le curó las heridas y está como si nada hubiese pasado…

-Aja – mascullé deseando haber sido yo quien lo hubiera hecho.

-Tampoco era para tanto, en realidad quien peor se la llevó fue el pobre de Charlie – siguió parloteando el pequeño demonio a mi lado - ¿No te sorprende que Andrew no se haya hecho nada? ¡Y Emmet! – exclamó riendo por lo bajo – aunque…. – murmuró pensativa, pasando conmigo por uno de los pasillos – no creo que Leanne y Rose los dejen pasar de esta noche… - dijo riendo a más no poder.

-¿Por qué lo dices? – pregunté al llegar al rellano de las escaleras.

-Bueno… ¿Los ves por algún lado? – preguntó como si fuera obvia la razón – Rose pensaba dejar encerrado a Em hasta que regresemos a NY, y Leanne estaba pensando empujar a Andrew por las escaleras a ver si así Charlie no decidía cobrar venganza por sus propias manos… Uhmmm – murmuró meditando en sus palabras - ¡corrección!, por su propia mano… - se corrigió al ver que Charlie necesitaría un milagro para tirar a Andrew de las escaleras con una sola mano, he imposibilitado de caminar con tanta facilidad.

-Fue un accidente… - sonreí, recordando lo consternado que había estado Andrew para luego romper en sonoras carcajadas al ver a mi padre con la escayola y el yeso.

-Sí, sí, claro – dijo restándole importancia – pero sabes… la idea no es mala… Leanne dijo que si enyesaran a Andrew de cuerpo entero, eso le impediría provocar más accidentes por "casualidad" – ambas nos miramos incrédulas.

-¡No lo creo! – dijimos a la vez, rompiendo en risas histéricas para luego suspirar resignadas.

-En todo caso deberían imposibilitar a padre e hijo, ¿no crees? – pregunté yo.

-Se lo sugeriré a Rose cuando la vea – dijo el pequeño demonio saliendo junto a mí de la casa.

Ya llevábamos prácticamente un día en este lugar y aún no me podía acostumbrar al hermoso paraje. Respiré extasiada, deteniéndome fuera del gigantesco chalet, dejando que el frío aire ingresara a mis pulmones refrescando todo a su paso y la fría brisa de la mañana me hiciera estremecer. Una sensación de tranquilidad y parsimonia inundó cada uno de mis sentidos al contemplar el crepúsculo extasiada por la gama de colores que teñían el cielo en esos momentos. Cerré los ojos, dejándome inundar por la magia del momento, sintiendo cómo él caleidoscopio de sensaciones se alzaba como una espiral dentro de mí.

-Una moneda por tus pensamientos – susurró su voz aterciopelada en mi oído, haciéndome sonreír.

-¿Tan barata me crees? – respondí sin abrir los ojos.

-Uhmmm… entonces, pídeme lo que quieras y te lo daré – dijo rodeándome con sus brazos, depositando un tierno beso en mi nuca. Me estremecí al contacto de sus fríos labios con mi piel pero eso no me importó ya que con sus caricias podía enviar lenguas de fuego por todo mi cuerpo, capaces de incinerar cada una de mis células a su paso.

-¿Lo que quiera? – pregunté disfrutando del momento.

-Lo que quieras cielo – suspiró él. Me removí ansiosa hasta conseguir girarme y afrontarlo sin salirme del refugio de sus brazos.

Los primeros rayos de luz caían sobre la nieve que cubría el hermoso paraje, a un lado nuestro, las montañas se alzaban imponentes y majestuosas pero ya nada tenía sentido y la belleza del lugar pasó a un segundo plano al compararla con el dios hecho hombre frente a mí. Su cabello yacía más desordenado que nuca, como si el poco viento que soplaba en esta fría mañana se hubiese encontrado ansioso de hallar morada en medio de esos hilos de cobre. Tenía los ojos cerrados, pero con la expresión pacífica y relajada, como si estuviera disfrutando de una verdad privada. Sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas, dándole un toque adorable a su rostro… y sus labios… ¡Oh Dios!... tenía los labios entreabiertos, dejando que su cálido y embriagador aliento me diera de lleno en la cara., haciéndome añorar ese manjar que siempre me sabría a gloria.

-Edward – lo llamé temiendo romper la calma que lo rodeaba.

-Espera Bella – dijo aún con los ojos cerrados. Poco a poco fue acortando la distancia haciendo que el ritmo de mi corazón cobrara más fuerza, anticipando sus planes entreabrí los labios para recibirlo gustosa, pero una vez más me desconcertó al detenerse a escasos centímetros de mí, hasta reposar su frente sobre la mía.

-Edward… - quise quejarme pero él me detuvo, poniendo uno de sus largos y suaves dedos sobre mis labios, haciendo que mi corazón latiera desbocado.

-Espera… - sonrió, consciente de lo que ocasionaba en mí. Poco a poco su mano fue descendiendo, acariciando primero mi caliente mejilla debido a la sangre que se había aglomerado bajo esa porción de piel, haciéndome sonrojar de maneras impensables, su tacto, cálido y suave me acariciaba con cuidado, como si temiera que me fuera a romper de un momento a otro, para luego descender por mi cuello, hombros y terminar en mis manos donde entrelazó sus dedos con los míos. Suspiré rendida ante él, con lo que sólo él podía producir en mí. Pero no me dio mucho tiempo para que pudiera calmar mi desbocado corazón, sino que llevo nuestras manos entrelazadas hasta la altura de su corazón donde dejó reposar la palma de mi mano y la cubrió con las suyas, como si temiera que las fuera a apartar.

-¿Lo sientes? – preguntó aún con los ojos cerrados. Detuve los miles de pensamientos que se aglomeraban en mi mente luchando por captar mi atención, y me concentré en uno solo, en sentir lo que sea que Edward quisiera mostrarme - ¿lo escuchas? – preguntó ahora exhalando un suspiro. Cerré los ojos al igual que él y me concentré en sentir con las manos. Bajo nuestras palmas, y bajo toda esa ropa, el corazón de Edward bombeaba veloz en su pecho, dando tumbos constantes y fuertes, siguiendo un ritmo desconocido, siguiendo su propia melodía.

-Si… - suspiré hipnotizada por ese hermoso descubrimiento. Era como si el corazón de Edward quisiera cantar para mí. Abrí los ojos maravillada, y lo que vi me robó el aliento. Edward estaba observándome fijamente con mi sonrisa favorita adornando su perfecto rostro, pero eran sus ojos los que me hablaban ahora, llameaban con un amor infinito y una adoración inimaginable.

-Eres la única capaz de hacer cantar a mi corazón – dijo ahora serio – te amo demasiado Bella, tanto que no sé expresarlo con palabras pues se me hace imposible cuantificar esto que siento por ti… - y mientras él comenzó a decir eso, algunas lágrimas traicioneras comenzaron a bañar mi rostro.

-No llores amor – dijo pasando sus manos por mi rostro – si dije algo que te molestó, no… - comenzó a decir ansioso pero no lo dejé continuar, sino que lo besé… lo besé tratando de hacerle saber con esto lo que me habían provocado sus palabras.

-Yo también te amo – dije cuando por fin nos alejamos para poder respirar. Él rió para mí, haciendo que ese armonioso sonido me empapara de una paz infinita.

-Bella, yo quiero… - comenzó a balbucear nervioso, pero no pudo continuar porque algo húmedo y frío impactó contra su mejilla escurriendo luego por esta - ¡Quién diablos…! – pero esta vez otra bola de nieve le dio de lleno en la cara. A unos metros de nosotros Alice y Jasper no habían estado perdiendo el tiempo, sino que se concentraron en preparar un arsenal de bolas de nieve y alzar un fuerte detrás del cual se estaban guareciendo.

-Te estoy llamando desde hace rato y no me haces caso – dijo el pequeño demonio levantando una bola de nieve – a mí nadie me ignora Cullen – dijo lanzándole una bola de nieve directo hacia Edward, quien me cubrió con su cuerpo al ver que Jasper empezó a lanzar contra mí.

-¿Y tú por qué nos atacas? – grité asomándome detrás del brazo de Edward.

-Es divertido – respondió encogiéndose de hombros el rubio teñido y dominado.

-Yo te voy a enseñar lo que es divertido – gruñí saliendo detrás de Edward con el puño en alto pero antes de que pudiera dar un paso más, mi gran suerte hizo acto de presencia. Trastabillé con mis propios pies y me fui de cara, pero antes de que terminara hundiéndome en un gran montículo de nieve frente a nosotros, un par de fuertes brazos me sostuvieron en plena caída.

-Con cuidado amor – susurró en mi oído, lanzando ocasionales miradas a Alice y Jasper que se estaban revolcando en el suelo, partiéndose de la risa – esto es la guerra Hale – gruño ayudándome a levantarme por completo.

Nos colocamos a un lado del chalet mirando fijamente a la pareja frente a nosotros, cualquier movimiento en falso iniciaría la inminente batalla de bolas de nieve. La tensión en el aire se hacía palpable, separados por unos metros, Jasper sostenía grandes puñados de nieve en ambas manos, mientras la pequeña manipuladora de su novia tenía la vista puesta en mí y una sonrisa de suficiencia coronaba su rostro de porcelana. Me guiñó un ojo y cabeceó hacia arriba, en dirección al chalet, pero supuse que fue cosa de mi imaginación.

Edward y yo nos aprovisionamos de grandes cantidades de nieve, esperando a que ellos dieran el siguiente paso. En medio de nosotros el aire comenzó a soplar con más intensidad, separando el campo de batalla en ambos fuertes.

-Te metiste con la persona equivocada rubiecito – mascullé.

-No te metas con mi novio Swan – dijo Alice tratando de esconder una sonrisa – la única que lo puede maltratar soy yo…

-Dominado – se burló mi Ed del blondo.

-Bienvenido al club Eddie – agregó el rubiecito riéndose de lo serio que se puso Eddie.

-Yo no soy un domi…

-Ya Edward, déjalo pasar – bufé rodando los ojos…

-Si Bella – respondió fervientemente mi Edward, haciéndonos reír a todos.

El sol comenzó a coronar el cielo cegándonos con su belleza, cuando todo empezó de un momento a otro. Muchas bolas de nieve surcaron el cielo de un bando a otro, acompañado de un grito particular que me hizo perder la concentración por una fracción de segundos.

-¡Mátame si quieres, pero primero pruébame! – "Emmet" suspiré lanzándole una bola a Alice quien reía histérica.

-¡Te he dicho que vuelvas aquí Cullen! – gritó Rose saliendo del chalet, detrás de un Emmet que reía nervioso con las manos en alto.

-Yo también quiero jugar mi diosa… - pidió emocionado.

Tuve que agacharme para esquivar una bola que me iba a dar directo a la cara cuando perdí parte de la concentración al ver a Rose trastabillar e irse de cara a un montículo de nieve. Alice por su lado bufaba frustrada por no haber conseguido darme ni una sola vez. Le saqué la lengua divertida, volviendo a mira a Emmet quien estaba tratando de desenterrar a una Rose furiosa del suelo.

-¡Agáchate Edward! – gritó Esme desde la terraza del tercer piso donde todos los adultos, incluido el inválido de Charlie, se encontraban observando la pelea divertidos. "¿Desde hace cuánto que están ahí? ¿Y Jacob?" pensé nerviosa. Giré a ver a Edward quien estaba cada vez más cerca de Jasper, ambos tan concentrados en el otro mientras se lanzaban incontables bolas de nieve, tratando de darse en los mayores lugares posibles. "¡Eso es amor!" pensé sarcásticamente.

-¡Atrás de ti Nena! – gritó Charlie balanceándose peligrosamente en la baranda.

No fui lo suficientemente rápida a la hora de girar cuando sentí que lanzaban grandes cantidades de nieve sobre mi cabello. Me estremecí del frío y por la abrumadora risa de Emmet resonando a mis espaldas, mientras a unos pasos de él, Rose trataba de no reírse de mí, evadiendo las bolas que salían disparadas sin destino fijo. Gruñí molesta y me giré a afrontarlo.

-¡Cuántas veces te he dicho que no te metas con mi cabello! – exclamé de los mil colores, pero Emmet estaba más concentrado en sostenerse la barriga y reírse a mis anchas – tú lo has querido – murmuré lanzándole una bola directo a la boca que tenía abierta.

-¡Eso es Bella! – gritó Andrew haciéndome porras desde algún lugar cercano.

Y la guerra continuo, en algún momento de ésta Jacob se nos unió, aunque parecía un poco reacio a mirarme. Comencé a respirar agitadamente, los grupos se habían terminado de mezclar cuando Andrew, Carlisle y Reneé se unieron emocionados a la pelea. Cinco minutos después, me encontraba con Reneé y Alice escondidas detrás de un abeto. Mamá nos estaba indicando la mejor manera de llegar a la casa sin terminar tiradas en medio del camino cuando sentí que me levantaron en peso y de un momento a otro, todo se puso de cabeza.

-¡La tengo! – gritó Emmet habiéndome alzado en peso.

-¡Bájame Emmet Cullen! – grité dándole golpes en la espalda, pero él sólo comenzó a reír. Muchas de las bolas que estaban dirigidas para Emmet comenzaron a darme a mí por la posición en la que estaba, ¡y el imbécil no hacía mucho por evadirlas!

-Va una – dijo tirándome a los brazos de Edward, mientras Carlisle miraba si había moros en la costa. Edward no contestó y se limitó a bajarme al piso despacio mientras sonreía radiante alzando una cuerda a la altura de mi cintura.

-¿Qué…? ¿Qué piensas hacer con eso? – pregunté mirándolos ceñuda.

-Eres nuestra prisionera de guerra – explicó Carlisle tan animado como su sobrino.

-¡Yo no soy ningún trofeo de guerra! – exploté histérica.

-No trofeo Bella – Em comenzó a mover sus manos frente a mi, como si fuera obvio su punto – la palabra es rehén, para ser más exactos – bufé exasperada y luché con las cuerdas que Ed estaba usando para mantenerme quieta.

-Vamos por Alice – dijo Carlisle, saliendo junto a su sobrino.

-Suéltame Edward – dije disgustada.

-Lo siento amor –una hermosa sonrisa coronó sus labios- no me quiero arriesgar a que tropieces por ahí y te hagas daño Bella – dijo ahora serio. "¡Claro, justo ahora tenía que sacar a relucir su lado sobre-protector!".

-No me vengas con esas tonterías de que esto es un juego sólo para hombres, porque sino… - gruñí fastidiada, mientras el rodaba los ojos.

-Bella… - suspiró – no puedo concentrarme ahí afuera, sabiendo que cualquier cosa te puede pasar… y no digas que no – me acalló- porque sabes que eres demasiado propensa a los accidentes – gimió bajito, algo desesperado por hacerme entender.

-Tonto… - gruñí rendida.

-Yo también te amo Bella – rió feliz al ver que no le debatiría nada – volveré pronto… - prometió dándome un corto beso en los labios.

La batalla después de esto se volvió atroz. Alice, Rosalie, Reneé y yo estábamos amarradas cuando aumentaron la intensidad de sus ataques una vez despejado el terreno de sus posibles debilidades. Mi mamá reía a más no poder, viendo cómo tío Andrew había olvidado las bolas de nieve y ahora se encontraba haciéndole una llave a Carlisle, mientras Ed y Em habían acorralado a Jaz y Jake en los lindes del bosque que rodeaba el chalet. Alice se removía inquieta a mis espaldas, mientras gruñía amargada, lanzando una y mil injurias hacia su Jazzy quién no había puesto objeción alguna para que la alejaran de la batalla. Según los chicos, era mejor primero dar de baja a los más débiles para luego encargarse del verdadero problema…  "Yo les voy a enseñar lo que es un verdadero problema"…

-Quédense quietas… – susurró Esme rodeando el abeto en donde nos habían dejado ocultas.

-Gracias – mascullé cuando nos empezó a liberar.

-No reniegues hija, acuérdate… las arrugas – dijo Reneé masajeándome los cachetes.

-Jazper Hale – siseó el pequeño duende alzando su puñito al aire – me las vas a pagar…

-¿Así que no somos un verdadero problema para ellos? – resoplé recordando las palabras de Em dirigidas a Alice y a mí… me pregunto: ¿qué abría dicho si su diosa hubiese estado presente?... miré a mi madre y ella me devolvió la mirada emocionada, mientras Esme esperaba que continuara hablando – vamos – mascullé y vi cómo los ojos de Alice y Rose relucían ansiosos por la revancha.

No fue muy difícil dar con los chicos, quienes por estar enfrascados en sus luchas personales se fueron alejando unos de otros. Los primeros en caer fueron Jasper y Emmet. Para cuando llegamos hasta ellos, Em había terminado de amarrar a Jasper en un pino del linde del bosque facilitándonos así las cosas, ya que Rose a punta de amenazas lo hizo retroceder hasta donde Jasper reía nervioso.

Emmet no puso resistencia después de que Rose lo amenazó con dejarlo sin comer durante el resto del viaje. Esme y Rose se pusieron a amarrarlo junto a Jasper, cuando decidimos ir por Andrew… "Bueno, es Andrew. Eso va ha ponerse difícil" pensé viendo que la mayoría no estaba muy convencida. Estábamos en eso cuando escuché que alguien se venía quejando por el bosque.

-Camina Andrew, creo que se han metido por aquí – comentó tía Leanne emocionada apareciendo en nuestro campo de visión – ¡ahí están! – gritó con una vocecita de júbilo, batiendo las manos al vernos.

-No es justo Leanne – se quejaba Andrew a unos pasos de ella mientras Alice lo comenzaba ha atar al árbol, junto a sus compañeros de armas.

-Silencio – pidió Leanne - ¿escucharon eso? – preguntó escudriñando entre los árboles.

-Yo no escu… – comenzó a decir Esme, pero se cayó al ver como los arbustos se movían a unos pasos de nosotras.

-¡Aquí! ¡Auxilio! – comenzaron a gritar Em y Andrew. Alice caminó hasta ellos fastidiada y los terminó amordazando para que dejaran de armar barullo, mientras los arbustos se volvían a sacudir. Esme tomo una piedrecilla que reposaba en el suelo y la lanzó con fuerza hacia ahí. Escuchamos un quejido y vimos cómo Carlisle salía entre estos abetos sobándose la cabeza para luego caminar hacia nosotras en son de paz..

-No era necesario el maltrato – dijo mi futuro suegro viéndose adorable – vine a rendirme – agregó extendiendo sus brazos hacia Esme ya que Alice comenzó a verlo desconfiada.

-Al árbol – sonrió Esme, después de darle un corto beso en los labios.

Después de esto nos dividimos en dos grupos. Esme, Alice y yo iríamos por Edward; Rose, Leanne y Reneé por Jacob. Me sorprendió que no me enviaran por mi novio pero decidí no ser paranoica y quedarme callada. Caminamos entre los árboles, tratando de hacer el menor ruido posible. A estas alturas ambos se deberían haber dado cuenta de la ausencia del resto de chicos…

-Ahí está – susurró Alice señalando a Ed que se escondía atrás de un gran pino.

-Vamos hija, has lo tuyo - agregó Esme guiñándome un ojo. "Ok, estas siendo paranoica Bella" pensé alarmada, pero no pude decir nada porque el pequeño demonio me empujó fuera del escondite.

-¡Quién anda ahí! – dijo Ed girándose rápidamente, mientras yo me tiraba al suelo para hacer más drama.

-Soy yo Bella – "ok, aquí vamos"…

-¿Bella? ¿Qué pasó? – corrió hacia mí al ver que me estaba sosteniendo el tobillo con fuerza.

-Tropecé con una rama… - mascullé pudiendo escuchar las risitas sofocadas de Alice.

-Déjame verlo - dijo preocupado sentándose a mi lado. Bufé entre complacida y culpable por estarle mintiendo y porque él me las dejara así de fácil. Tomó mi tobillo y rió por lo bajo.

-Eres una pésima mentirosa amor… - suspiró dando un tierno beso sobre la tela haciéndome sonrojar.

-No lo hagas más difícil – pedí tomándolo de la mano para que no se apartara. Él me miro ceñudo mientras iba comprendiendo.

-¿Los otros…? – murmuró y yo asentí. En los lindes del bosque se comenzaron a escuchar los gritos de Jacob para que lo soltaran, sonreí nerviosa viendo cómo Edward tragaba en seco.

-Solo faltas tú – reí bajito, levantándome con su ayuda.

-Pero Bella… - dijo haciéndome un puchero mientras yo negaba.

- No va a servir de nada que pongas resistencia… - agregó el pequeño demonio saliendo radiante desde su escondite seguida de Esme.

-Vamos hijito, sé un caballero y empieza a caminar – lo palmeó Esme divertida – sin hacer caras señorito – le llamó la atención.

-Si mamá… - se limitó a decir Ed rodando los ojos – esto me lo tendrás que retribuir con creces – me susurró al oído, dando por terminado el juego.



Una hora después…
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-¿Y hasta qué hora los van a tener amarrados a ese árbol? – preguntó Charlie desde la terraza.

-Solo unos minutos más – respondió Leanne desde la cocina – el desayuno ya esta casi listo…

-Nena… ¿te importaría dejar a tu novio amarrado a ese árbol durante el resto del viaje? – preguntó inocentemente mi padre.

-No empieces Charlie – le llamó la atención Reneé saliendo de la cocina.

Había estado preocupada por las muestras de amor que habíamos estado dando Edward y yo sin pensarlo, pero Alice me había asegurado que ellos no habían visto nada pues se asomaron al balcón, justo cuando yo estuve por irme de cara contra la nieve. Como estuve tan pendiente de Edward no podía afirmar o negar eso, pero después de que la pequeña me amenazó con irme a amarrar junto a los chicos a ver si así dejaba de ser paranoica, decidí calmarme.

-Llaman a la puerta… - exclamó Alice danzando con los platos hacia la mesa.

-Yo voy - dije, aunque no me prestaran mucha atención.

-Hija, ya que vas afuera… ¿Podrías liberar a los chicos? – preguntó Esme dándome unas tijeras.

-Esta bien – sonreí.

-Espera Bella – dijo Rose saliendo de la cocina junto a Leanne - ¿Podrías? – preguntó extendiéndome una cama fotográfica.



-Ya voy – mascullé cuando el timbre volvió a sonar.

-¿Si? – pregunté al apuesto joven parado frente a mi. "¡Que raro es!" pensé al ver que se había quedado con la boca abierta y la mano extendida para volver a tocar el timbre – disculpe… ¿Busca a alguien? – pregunté preocupada al ver que no hablaba, a sus espaldas pude escuchar a Emmet gritar "Tengo hambre", haciendo reaccionar al chico.

-No… bueno, sí… - murmuró meciéndose el cabello color de la noche – me llamo Felix Vulturi y soy su guía e instructor personal – dijo algo avergonzado.

-Bella – dije tendiéndole la mano y sonriendo con la esperanza de que se relajara un poco.

-Si, lo eres… - susurró.

-¿Cómo dice? – pregunté incomoda.

-No, no, nada… - masculló – disculpe la indiscreción señorita, pero de camino hacia aquí vi a unos hombres amarrados a un árbol… ¿Ay algún problema…? Yo podría… - comenzó a decir preocupado.

-No, no se preocupe. Son mi familia – reí entre dientes, pero vi que el seguía algo indeciso – justo cuando llegó estaba por irlos a liberar… - comenté.

-Ah… - dijo confundido.

-Por qué no pasa mientras yo voy por los chicos – sugerí – el resto de la familia están en el tercer piso…

-Preferiría acompañarla si no fuera mucha molestia – dijo mirándome intensamente. "¡Maldición, otro más a la lista!" pensé saliendo por la puerta sin darle una respuesta.

Apuré el paso hacia donde estaban los chicos amarrados, mientras a mi lado Félix buscaba la mejor manera de entablar una conversación.

-¿Y por qué los amarraron? – preguntó con su marcado acento extranjero.

-Por diversión… - comenté encogiéndome de hombros mientras él me miraba como si se me hubiese zafado un tornillo – era… era parte de un juego – traté de explicar, pero creo que sonó menos razonable. Di por terminada mi explicación y comencé a alejarme un podo de él al sentir las penetrantes miradas de los que estaban a unos metros más adelante.

-Interesante… - murmuró tratando de seguirme el ritmo.

-¡Tengo hambre Bella! – comenzó a gritar Em a penas me vio llegar - ¡Tú! – le dijo dirigiéndose a Félix - ¿Quién eres? – gruñó, Ed y Jake a su lado comenzaron a mirar mal al joven.

-Se llama Félix y es nuestro instructor… - respondí al ver que Félix no estaba en condiciones de responder.

-Mucho gusto – masculló algo incómodo.

-Dilo por ti – gruñó Edward.

-Ya, ya, cálmense… - bufé, comenzando a sacar la cámara fotográfica de su funda – ahora… miren al pajarito y digan "Cheese"…

-¿Cuál pajarito? – dijo Andrew.

-¿Cheese? ¿Dónde? ¡Yo quiero un poco! – comenzó a quejarse Em.

-Bueno… - bufé resignada – no se pueden hacer milagros – suspiré al ver que en la pantalla de la cam, Emmet salía mirando hacia un lado distraído; Andrew buscaba a su pajarito en el cielo; Carlisle salía haciendo el gesto de "peace and love" con sus manos; y Ed y Jake posaban malhumorados mirando en direcciones opuestas. Los liberé a regañadientes por su poca colaboración, y claro, Emmet salió disparado hacia la casa, Carlisle me agradeció el gesto y salió detrás de él, junto a Félix y Andrew. Estaba tentada a seguirlos pero Jacob me retuvo un momento, viendo cómo Edward nos pasaba de largo, aunque parecía algo reacio a dejarme sola con él.

-¿Sucede algo? – pregunté indecisa al ver que nos había detenido a unos pasos de la puerta de la casa. El siguió sin mirarme, entretenido en nuestras manos unidas – Jacob… - susurré – habla por favor – dije tratando de hacer que me mirara. Lo que vi en sus ojos me desconcertó, me dejó helada en mi sitio, sus ojos, llenos de pena y preocupación me miraban tratando de hallar algo en los míos, que supe, había perdido hace tiempo.

-Bella… mi Bella – un escalofrío me hizo estremecer de pies a cabeza. Me sentí desfallecer, y me dejé guiar hasta sentarnos en las escaleras del porche… "¿Por qué justo ahora?"… no me sentía preparada para romperle el corazón…

-Respira Bella, nadie se ha muerto – rió forzadamente – aún… - giré alarmada por el cambio de voz que había experimentado, su rostro seguía inexpresivo, pero sus ojos brillaban ansiosos.

-¿Sabes? – comentó volviendo a retener mis manos entre las suyas – cuando me imaginé esta conversación, yo… yo me veía algo más confiado… - dijo rehuyendo mi mirada pero la preocupación seguía impregnada en cada una de sus palabras – en realidad pensaba decírtelo dentro de algunos días, cuando tuviera todo preparado, pero… tengo miedo Bella… tengo mucho miedo de perderte… - dijo tumbándome con la intensidad de su mirada. "¡Mátame Dios!"

-Jacob no… - mi voz se quebró perdiendo su intensidad con cada sílaba. "¿A dónde diablos se había ido toda mi convicción?"

-Si, lo sé… soy paranoico, pero es tu culpa, se me pegó de ti – dijo golpeando su hombro contra el mío, antes de ponerse serio – pero es que eres tan… tan endemoniadamente atrayente… que… ¡diablos Bella!... los hombres corren hacia ti, como las abejas a la miel – gruñó, haciéndome reír nerviosa – iba a esperar a llevarte a un bonito restaurant, esos de los que tú sueles frecuentar, tal vez… algo romántico, velas y esas cosas… pero…- cambió su posición hasta estar arrodillado frente a mí, mirándome directamente a los ojos… "NO, no, no… ¡no por favor!... ¡No Dios mío! ¿Por qué a mí? ¿Qué te he hecho yo?... Bueno, mejor no respondas…" un gemido se escapó de mis labios y la sangre me rehuyó del rostro esperando mi sentencia de sus labios- quiero que vivamos juntos… en Londres… - silencio.

Silencio… eso fue lo único que le siguieron a esas palabras. Traté de hallar mi voz, pero la había perdido. Ansiosa, busqué en sus ojos algo que me dijera que esto no era más que una broma… tal vez guardaba la esperanza de que por ahí saliera Emmet y gritara: ¡Caíste en nuestra cámara indiscreta! Y luego comenzara a burlarse de mí por mi exceso de credulidad y esas cosas… pero no, por más que espere y esperé, esto no era una cámara indiscreta, Emmet no se prestaría a sus bromas (o tal vez sí), y Jake no estaba bromeando…

-Yo no puedo… yo no… lo siento – Jacob agachó la cabeza tras mis palabras soltando un suspiro.

-Me imaginé que dirías algo como eso – dijo aún sin mirarme.

-¡Bella! ¡Sube ahora mismo! – gritó Charlie desde algún lugar de la casa.

-¿Tu padre no me quiere, verdad? – dijo tratando de sonreír aunque la decepción no abandonó sus ojos.

-¡BELLA, VOY A ENVIAR A EMMET POR TI SI NO OBEDECES SEÑORITA! – volvió a vociferar mi padre, coreado por las inconfundibles risas de Em y Andrew.

-¿Puedo pedirte un favor? – dijo Jake ayudándome a levantar.

-No lo sé Jake… - hice una mueca haciéndolo reír, aunque la felicidad no llegó a sus ojos. "¡Me odio, me odio mucho… él no se merece esto!"

-No te pienso volver a abandonar – me aseguró – pero tu decisión me complica un poco las cosas… - comentó pensativo.

-Ya, escúpelo – dije haciéndolo reír, la verdad era que no podía soportar su dolor.

-¿Podrías reconsiderar… tu respuesta?

-Jake…

-Sólo piénsalo por favor – me rogó y me rendí – si después, tu respuesta sigue siendo la misma… - suspiró – buscaré la manera de que sigamos juntos – sonrió auténticamente. "¡Mátenme! ¡que alguien me mate!"…

-¿Por qué tanta insistencia? – gruñí molesta. "¿Por qué me hacía las cosas tan difíciles?... Una cosa era romperle el corazón a un novio cualquiera, otra muy diferente, era hacérselo a Jacob Black… después de todo, lo amaba, pero no lo suficiente"…

-Es una larga historia – rodé los ojos – en otro momento será – prometió y un escalofrío me erizó los bellos de la nuca, sentía que algo me estaba ocultando, algo importante…

-ISABELLA SWAN… ¡YO NO QUIERO SER ABUELO! – "¿Abuelo?... ¿Ah?... Ohhh… Emmet…" suspiré.

-¡CHARLIE SWAN, NO FASTIDIES A MI NIÑA!

-Vamos… -suspiró Jacob, tirando de mí hacia la casa.



Edward POV

"Una ovejita… dos ovejitas… tres ovejitas…"

-Vamos Eddie, siéntate… ya va a empezar la película – dijo Em tirándome un puñado de pop-corn a la cara.

"Cuatro ovejitas… cinco…"

-Te estas poniendo verde chupasangre – se rió el chucho algo adormilado. Se acomodó en su butaca y pasó su brazo por los hombros de Bella…

"Ovejitas… seis ovejitas… siete…"

-Oye tú pulgoso… ¿qué te recuerda esto? – preguntó Em señalando la montaña de dulces que reposaban en su bandeja, y luego captando con su mano la extensión del mini cine en el que estábamos sentados.

-Ya cierra la boca Emmie – gruñó Alice cómodamente desde los brazos de su rubio.

"¿En qué iba?... ¡ah!... ¡siete!..."

 Y así continué, aunque eso no ayudo en nada a tranquilizar los nervios que venía sintiendo. Otro día estaba terminando y nada había mejorado. Desde que Bella regresó con Jake del bosque, estaba muy inquieta y distraída. Tampoco ayudaba en mucho que el chucho no la hubiese abandonado ni un solo segundo durante el día; o ese tal Félix, el "instructorcito de pacotilla" se viese en el deber de llevar a las chicas a todos los lugares llamativos de Meribel, acaparando así toda su atención…

"Treinta y tres ovejitas… treinta y cuatro ovejitas… treinta y cinco ovejitas…"

Ir a esquiar no fue una mala idea, me ayudó a entretenerme en algo mientras Jacob le enseñaba a Bella cómo manejarse con su equipo de ski… ¡Estúpido chucho!... Por su culpa mi Bella se llevó sus buenas caídas… ¡Incompetente!... eso es lo que era… ¡Yo la hubiese cuidado mejor!...

"Ciento setenta y cuatro ovejitas… ciento setenta y cinco…"

Ni bien llegamos del campo intenté hablar con Bella, pero a mi querido primo no se le pudo ocurrir una mejor idea que darle uso a cada una de las salas del primer piso, mientras los viejos se iban a cenar a la calle, y claro, con eso sólo consiguió reducir a cero mis posibilidades de poder hablar con Bella a solas… Nunca creí que fuera a decir esto pero, me aburrí tremendamente en la sala de juegos… ni siquiera con todas esas consolas modernas, o las mesas de villar, ni cuando Emmet comenzó a llamarme gallina tratando de provocarme, nada… con nada pude distraer mis pensamientos de Bella…

"Doscientas cincuenta y tres ovejitas… ¡Demonios! ¿A qué hora iban a hacer efecto ese maldito brebaje?"

¡Ok! Sé que estoy obrando mal, muy pero muy mal… pero estoy desesperado. Necesito un tiempo a solas para hablar con mi Bella y el chucho no me las estaba poniendo fácil, así que cuando vi la oportunidad de ponerle esos somníferos en la bebida, no lo pensé dos veces…

"Trescientas noventa y siete ovejitas… trescien…"

-Jacob… Jacob… ¿estás bien? – murmuró Bella alarmada.

"Ok… lo maté"

-¡Bella! – se quejó Alice pidiéndole que se callara mientras yo me removía incómodo en mi sitio.

-Jacob… reacciona… no es gracioso Jacob…

-¿Qué pasa? – gruñó Rose volteando a verlos - ¿no despierta? – Bella negó – déjamelo a mí… - la sala resonó con el par de cachetadas que Rose le metió a Jacob, pero éste ni se inmutó.

-Eso le va a dejar marca Rose… - gruñó Bella molesta.

-¿Y con esto? – preguntó Alice tirándole su bebida a la cara – ¡Ups! Se me olvidaron los cubos de hielo…

-Ya basta las dos… - dijo Bella preocupada - ¿creen que este… bien? – Jazper la apartó un poco y Bella a regañadientes dejó que lo examinara. Tragué pesado, tal vez se me había pasado un poco la mano… "Nota mental: Nunca jamás, hacerle caso a Emmet con sus grandes ideas… y mucho menos, probar de sus brebajes… ¡Nunca!"

-Estiró la pata… - suspiró Jazper.

-¿¡Cómo! – gimió Bella, mientras que un sudor frio me recorría la espalda.

-Que está frito Bella… demasiado sumido en la inconsciencia como para despertarlo… - suspiró Jazper - será mejor que lo llevemos a su cuarto…

-¿Pero está bien? – preguntó incrédula… "¿Por qué se preocupa tanto por él?"

-¿Importa? – dijo Rose.

-Esta bien Bella, no soy médico pero es fácil asegurarlo… - dijo tomándolo por un brazo para levantarlo – Emmet… necesito tu ayuda…

-Déjalo tirado por ahí – Em había sido el único que no se había perdido ni un solo segundo de la película, ni siquiera había dejado de abrasar su bote de pop-corn.

-Em – gruñó Bella.

-Ya, esta bien – masculló viendo con pena como dejaba toda esa pila de golosinas sin abrir.

- Al parecer ya no hay nada más que ver… - comentó Alice saliendo detrás de los chicos junto a Rose.

-¿Te quedas Edward? – preguntó mi Bella parada indecisa en la puerta.

-¿Alguien tiene que limpiar no crees? – traté de sonreírle mientras ella me miraba intrigada mordiéndose el labio inferior.

-¡Bella! – llamó Alice desde el pasillo y ahí se fue mi oportunidad…

"Quinientas doce ovejitas después…"

Yo seguía ahí, en mi butaca, mirando una pantalla que no reflejaba nada. Debí haberle dicho que se quedara, o por lo menos que regresara… "¡Estúpido yo!" pensé aventando el envase del pop-corn a la pantalla.

-Pensé que dijiste limpiar… - su dulce voz resonó desde la puerta y yo sonreí contento después de lo que me pareció una eternidad – estuve esperando que subieras a tu habitación, o que por lo menos te pasaras por la mía… - comentó sentándose a m lado.

-Lo siento – dijimos a la vez para luego romper a reír – ¿por qué te disculpas cielo? – pregunté extrañado mientras le acariciaba el rostro, ella sonrió a mi tacto, tiñendo sus mejillas de un bonito carmín. Amaba ser yo quién provocara esa reacción.

-Por todo – susurró – hoy no hemos pasado mucho tiempo juntos…

-Lo sé – suspiré – tu noviecito no se despegó de tu lado en todo el día.

-Lo siento – volvió a decir con pena, haciéndome suspirar.

-No te disculpes amor, no es tu culpa…

-Si lo es Edward, yo… yo aún no puedo terminar con él – suspiré buscando en sus ojos un rastro de indecisión. Algo que me dijera que había decidido quedarse con Jacob, pero sólo había pena, pena por el dolor que nos estaba causando a ambos…

-Y yo lo entiendo – sonreí auténticamente sabiendo que no había nada que le pudiera reclamar a la mujer frente a mis ojos… la amaba demasiado – tómate tu tiempo – dije dándole un corto beso en los labios.

-A veces me irrita que seas tan comprensivo conmigo…

-¿Preferías que me comporte como un energúmeno y te obligue a elegir? – pregunté confundido.

-No hay nada que elegir – me besó – nunca lo hubo.

-Lo sé – sonreí sobre sus labios.

-¡Cierto! – dijo alejándose un poco de mí para verme mejor – ¿Qué le hicieron a Jacob? – comenzó a mirarme ceñuda.

-Este… ¿Yo?... nada, nada… - me levanté dándole la espalda, mientras terminaba de recoger la basura.

-Edward – ella gruñó y yo suspiré.

-Le di algo para que… pueda dormir tranquilo durante el resto de la noche…

-¡Edward!

-¿¡Que! – dije inocente.

-Ok, ya no importa – resopló ayudándome a recoger el resto del desastre.

-¿Estas amarga?

-No, en realidad no – dijo pensativa – pensaba en… Jacob… - dijo mirándome preocupada.

-Ah – "¿Qué le podía decir? ¿Qué esperaba oír? ¿Qué me moría de celos? No lo creo…" Muchas veces no era necesario el uso de palabras entre nosotros para saber los pensamientos del otro, bastaba con mirar en sus ojos y leerla cual libro abierto para mi… entendía el por qué de su preocupación, ella lo quería y temía perder su amistad… pero a pesar de estar convencido de que ella me amaba, no pude dejar de tensarme por sus palabras – creo que él entenderá…

-No lo sé Edward – suspiró dejándose caer en una butaca – creo, creo que ya he dejado pasar demasiado tiempo… - me miró indecisa, tratando de anticipar mis posibles reacciones, así que trate de verme impasible, dispuesto a comprenderla, siempre – me pidió que me fuera a vivir con él… a Londres - callé, había estado esperando que Jacob hiciera algo como esto, pero escucharlo de los labios de Bella era una pesadilla echa realidad… "¿Londres?"… mi máscara de impasibilidad flaqueó por unos segundos, pero fui capaz de recomponerla.

-Y tú… ¿le has dado una respuesta? – pregunté sentándome en una butaca continua a la suya tratando de verme lo menos abatido.

-Si… - dijo tomando mi rostro entre sus manos – mi corazón pertenece a un solo lugar Edward… le dije que no… aunque él quiere que reconsidere mi respuesta, pero no hay nada que reconsiderar… - dijo haciéndome sonreír – creo que ha llegado el momento en que hable con Jacob y sea totalmente sincera con él… No se merece todo lo que le estoy haciendo – susurró avergonzada agachando la cabeza apenada.

-No tienes que hacerlo si no te sientes preparada – dije haciéndola sentar en mis piernas para consolarla.

-Si tengo Edward… y también a llegado la hora de que dejes de ser tan comprensivo – bufó – me estresas – dijo rodando los ojos exasperada. "¡Dios! Era tan hermosa… y era Mía"… reí feliz de ser yo el dueño de su corazón, ella me pegó cariñosamente mientras se empezaba a sonrojar. Fui acercando nuestros labios familiarizado con la sensación de tenerlo sobre los míos, sintiéndome en casa, sintiendo que era lo correcto. Ella suspiró rendida a las sensaciones placenteras dejando de lado las culpables. La amé tanto en ese momento, siendo consiente que nunca podría amar a otra persona que no fuera mi Bella. El beso fue subiendo de intensidad, y no pude mantener quietas mis manos… le mordí el labio inferior y ella río entre dientes, aproveché esa distracción para invadirla con mi lengua, haciéndola gemir de placer. Una de mis manos que hasta ahora había estado reposando sobre sus piernas, comenzó ha ascender ansiosa hasta meterse debajo de su sweater acariciando toda la piel expuesta.

-Edward… - gimió bajito, escapando de mis labios. Poco a poco comencé a sentir que trataba de resistirse.

-¿Ocurre algo? – dije preocupado por haberla incomodado.

-No… bueno, si… es sólo que… - se mordió el labio avergonzada – quiero… es decir… me gusta esto – señaló mis manos en su cuerpo y luego del uno al otro – pero… quiero hacer las cosas en orden… tal vez si nos esperásemos un poquito… yo… sé que es estúpido… después de todo, ya me entregué a ti reiteradas veces – comenzó a balbucear avergonzada – pero… no dejo de sentirme culpable…

-Te entiendo amor… - dije besando por última vez sus dulces labios sabiendo que los extrañaría demasiado – y no te presionaré ha hacer nada que te lastime…

-Tu siempre tan comprensivo cielo – bufó jalándome para terminar de limpiar la sala.

Estuve disfrutando de ver que a mi Bella le costaba tanto como a mí mantener sus pensamientos y deseos al margen… reiteradas veces la escuchaba bufar y maldecir en voz baja, mientras me lanzaba pequeñas miradas irritadas para luego irse suspirando, ella lo estaba pasando tan mal como yo…

Fuimos dejando el lugar tal cual lo habíamos encontrado, hubiese sido más fácil dar la orden de que lo vinieran a limpiar los del servicio, pero hacerlo por nosotros mismos me servía como distracción, además de que la compañía de Bella me hacía pasarla en grande.

-Voy a la cabina de proyección – dije señalando el pequeño cuarto que se encontraba detrás de las filas de butacas en la pequeña sala privada.

-Dale… - bufo cruzándose de brazos.

Sonreí relajado entrando ha la pequeña cabina llena de cintas de películas y archivos, el reproductor se encontraba a unos pasos de mí todavía encendido mientras un gran libro reposaba abierto sobre una pequeña mesa al lado de la puerta, supuse que era una recopilación de todas las películas que había en el lugar y no equivoqué… "A Bella le va a gustar ver esto"pensé viendo la relación de películas que guardaba ese lugar, muchas de ellas olvidadas por el tiempo. Me distraje en eso cuando recordé la gran ventana de enfrente que me daba la perfecta vista de toda la sala y de mi Bella, mirándome a través de ésta algo malhumorada. Sonreí saludándola con la mano a través del vidrió mientras ella se limitaba a sacarme la lengua… "Esa es mi chica"… pensé contento hasta que lo vi avanzar hacia ella.



Bella POV

Edward me sonreía radiante desde el cuarto de reproducción mientras yo lo miraba fastidiada. Me costaba mantener mi palabra y alejar de mi mente los pensamientos poco decorosos que cruzaban mi mente cada vez que lo veía moverse frente a mí. Ese sweater plomo, que se ajustaba a cada uno de sus músculos acariciando cada una de sus líneas me pedía a gritos que se lo se lo arrancara con los dientes… "¡Basta Bella!"…

-¿Bella? – dijo alguien moviendo mi hombro con delicadeza.

-Ok, ya pare… no más pensamientos indecorosos – mascullé entre dientes. Alguien a mi costado comenzó a reír y me giré sorprendida a mirarlo.

-Los siento – dijo Felix acercándose a mi – ¿pensamientos indecorosos? – sonrió sensualmente, o por lo menos lo intentó, hice una mueca algo avergonzada esperando que pasara del tema y así lo hizo - te estuve hablado desde hace rato, pero… parecías concentrada en otra cosa – dijo penetrándome con la mirada.

-Este… si… algo así – dije echando una mirada a la cabina en dónde Edward nos miraba furioso, sosteniendo entre sus manos una película con más fuerza de la necesaria. Sus nudillos, blancos de por sí, estaban tensos y se veían más pálidos de lo normal. "¿Qué le molestaba tanto?"

-Son para ti – Félix me extendió un ramo de fresias blancas… "oh, ya veo… era esto"… pensé tomando las flores para no ser grosera – las vi, y me recordaron a ti… - dijo esperando una reacción de mi parte.

-Gracias… - musité algo avergonzada. Giré para ver a Edward y éste ya no estaba dentro de la cabina, se acercaba ha grandes zancadas hacia nosotros.

-Alice me llamó hace unas horas, invitándome a su fiesta – comentó Félix sonriendo radiante.

-¿Fiesta? – pregunté confusa.

-Si, me dijo que estrenarían el Bar del chalet – comentó mirando ha alguien a tras de mí.

-Félix – masculló Edward entre dientes – lindas flores… - comentó mirando despectivamente su regalo.

-Hola Edward – dijo Félix algo fastidiado- entonces Bella –ignoró completamente a Edward que estaba parado detrás de mi – ¿vienes?... Alice me pidió que viniera por ti…

-Yo… - miré a Edward que estaba taladrando con la mirada a Félix, se giró y me sonrió mientras pasaba un brazo por mi cintura – de ahí voy Félix, estaba ayudando a Edward a ordenar la sala…

-Ya veo – comentó él mirando la posesiva mano de Edward en mi cintura – te puedo ayudar si quieres…

-No es necesario – respondió Edward con voz calmada – ya estábamos terminando… - masculló tomando el control remoto del proyector antes de comenzar a dirigirse a la cabina – ¿vienes Bella? – dijo deteniéndose a unos metros de distancia.

-Ya voy… - me giré a Félix- gracias por las flores… - le sonreí mientras me alejaba de él. Pude sentir la penetrante mirada de Edward a través de la ventana, pero intenté no pensar en eso.

-Espera Bella – dijo Felix acortando la distancia que me había costado interponer – À bientôt Bella… - susurró en mi oído luego de plantar un rápido beso en mi mejilla.

-Ok… - dije mosqueada, alejándome de él incómoda. Sentía la miada de Edward quemándome como brazas ardientes en la nuca. Miré a suelo y comencé ha avanzar a la cabina cabizbaja… "Estoy en serios problemas… o sí… seguro que sí"… pensé escuchando por detrás cómo cerraban la puerta del mini cine…  
"Últimamente todo me estaba yendo de lujo…" pensé molesta.

Llegué arrastrando los pies hasta la cabina de proyección, la puerta estaba cerrada así que me debatí entre llamar o entrar sin avisar. Al final me decidí por la última opción… me detuve en el marco de ésta al ver que Edward seguía estático en su posición mirando hacia la sala… tenía los puños fuertemente apretados y los hombros tensos…

-¿Edward? – mi voz salió débil y quejumbrosa - ¿Edward? – volví a llamar al ver que él no se giraba a verme… "¡Genial! ¡Genial! ¡Genial!" pensé debatiéndome si acercarme o no.

Edward se giró despacio, con la vista en el suelo… aún tenía los puños fuertemente cerrados y eso me molestó un poco. Poco a poco fue levantando la vista, hasta que se detuvo en las flores que llevaba en el brazo… "¡Mierda!"… pensé al ver que acordó la distancia que nos separaba en cuestión de segundos y tiró de mí hasta tenerme pegada ha su pecho.

-Edward – gemí al sentir como azotaba la puerta a mis espaldas, cerrándola de golpe. Pero él no se detuvo ahí. Tiró de mi cuerpo hasta tenerlo encerrado entre su pecho y la puerta, apretándome a su paso. La fricción y la pasión era desbordante, al igual que su molestia por lo que había pasado…

-Maldición Bella… - dijo mirando asqueado las flores que sostenía con una mano a duras penas. Tomó mi única mano libre y la alzó hasta colocarla entre sus cabellos, gruñó al ver que seguía algo asombrada por su reacción anterior y me beso desesperado, ahogando los gruñidos que luchaban por salir de su pecho… Con los puños apretados a ambos lados de mi cabeza, comenzó a golpear la puerta detrás de mí, mientras que su lengua se abría paso en mi boca, atacando todos los recónditos lugares dentro de esta y descubriendo otros que creí imposibles…

-Eres mía… - golpeaba a un lado de mi cabeza - ¡maldición Bella! – quise decir algo, pero comencé a desfallecer cuando me liberó de sus ardientes besos y comenzó a atacar mi cuello, mordiendo y chupando a su paso. Los gemidos no se hicieron esperar… le había pedido esperar, pero al diablo con la espera… no me podía contener a sus caricias, no podía parar a Edward Cullen… lo aparté un poco de mí, y el gruño molesto pero cedió…

-Soy tuya – dije sensualmente mirándolo a los ojos, mientras aventaba las flores contra la pared más lejana. Una lasciva sonrisa se extendió por su rostro, y arremetió contra mí como un maremoto arrasando con todo…

Sus manos se movían ávidas sobre mi sweater mientras me apretaba contra la puerta… su excitación cada vez más palpable se frotaba contra mi cadera, haciéndome insoportable el pensar… comencé a jalar de sus cabellos desesperada por volver a sentir sus labios. Gruñó sensualmente obedeciendo, mientras metía una mano debajo de mi sweater, empezando a masajear mi pecho sobre la tela de encaje… una de sus manos me ayudo a sostenerme cuando enredé mis piernas alrededor de sus caderas, ansioso y desesperado, comenzó a mover sus caderas contra la mías, haciendo que la fricción de nuestros sexos sobre la ropa fuera insoportable…

Mi ropa me fue arrebatada con brusquedad, pero no me importo, la suya fue a parar al mismo lugar que la mía… ambos respirábamos agitadamente, yo cubierta solo por el escaso encaje rojo lo miraba ansiosa por más. Edward se había separado de mí momentos antes para quitarse su pantalón. Su tremenda erección bajo el bóxer se me hacía dolorosamente excitante… el sonrió gustoso al ver que no podía apartar la vista de esa parte de su anatomía…

-Voltéate – ordenó. Gemí ansiosa pero obedecí.

Recosté la frente en la puerta cuando fui sintiendo el calor de su cuerpo en mi espalda, pero deseaba sentir algo más que eso. Comenzó a respirar sobre mi piel, mientras que con sus manos recorría mis piernas en toda su extensión…

-¿Lo hueles amor? – Gruño en mi oído para luego morder mi lóbulo ejerciendo cada vez más presión – hueles lo mucho que me deseas… - dijo comenzando a pasear sus manos por mis caderas, para terminar en mis nalgas apretándolas con fuerza.

-Edward – gemí por la presión de sus manos en mi cuerpo…

-¿Sientes esto amor? – dijo apretando su duro miembro contra mi trasero – ¿ves lo duro que me pones Bella? – gruñó metiendo su mano dentro de mis bragas.

-¡Dios Mío, Edward! – grité desesperada al sentirlo meter tres dedos en mi centro.

-¿Quieres que pare? – gruñó pasando su lengua por la extensión de mi espalda, mientras sacaba sus dedos de mi.

-¡NO!... Más, quiero más de ti… - dije desesperada por sentirlo a él.

-Mía – gruñó en mi hombro – eres sólo mía – dijo mordiendo mi cuello donde supuse dejaría luego una gran marca.

-Tuya… - dijo cuando destrozó mis bragas en un solo tiro. Gemí extasiada al sentirlo frotarse entre mis nalgas mientras me tomaba del cabello con fuerza para estar al alcance de mis labios. Grité su nombre cuando se abrió paso entre mis piernas y me embistió con fuerza.

-Agáchate Bella – gruño comenzando a embestirme salvajemente.

A ciegas terminé sosteniéndome como pude de una mesa donde reposaban libros y videos. El choque de nuestras caderas me hacía doblarme hacía adelante, sintiendo que en cualquier momento me rompería en pedazos. Los objetos fueron cayendo de la mesa por las convulsiones de mi cuerpo. Edward sostenía mis caderas con fuerza, entrando y saliendo brusca pero deliciosamente de mí. El calor fue aumentando, y sus manos abandonaron mis caderas para empezar a estrujar mis pechos, aumentando el ritmo de sus embestidas…

Cuando pensé que todas las sensaciones me terminarían matando dándome el mejor orgasmo de mi vida, Edward salió de mí y me giró hasta estar cara a cara… quise quejarme pero terminé gimiendo cuando arremetió contra mis pechos, con una mano peñiscaba mi pezón mientras lamía y mordía el otro. Enredé las piernas alrededor de sus caderas y el sonrió sobre mi pezón por lo ansiosa que estaba.

-Edward… - me quejé.

-Silencio Bella – dijo levantándome con él, mientras ingresaba en mí pero quedándose quieto.

Ataqué sus labios, mordiendo y besando cuanto tenía al alcance mientras nos movíamos alrededor de toda la habitación. No fui conciente del todo de las cosas al caer, ni de proyector que terminamos de romper cuando chocamos contra él y éste se vino al suelo estrepitosamente. Edward se encargó de mantenerme a salvo cuando nos comenzamos a estrellar contra las cosas. Pero quería que el se moviera dentro de mí, así que comencé a jalar de él… lo sentí reír en mi cuello y avanzar hasta la pared más cercana.

Me estampó contra ésta en medio de un beso fogoso, nuestras lenguas luchaban por tomar el control, pero me rendí al sentir que comenzaba a embestirme con fuerza.

Afiancé mi agarre alrededor de sus caderas, hundiendo mis pies en sus formados glúteos. El gruñía agitado en mi pecho, saliendo y entrado de mi con brutalidad, mientras mi cabeza chocaba contra la pared a mis espaldas. En cualquier momento terminaríamos trayéndonos la pared abajo, de eso estaba completamente segura… sus movimientos se hacían cada vez mas violentos, y sentía que no sólo ganaría el mejor orgasmo de mi vida, sino también un gran chichón en mi cabeza. Fui moviéndome contra él para ayudarlo con las embestidas, rasguñando su espalda y todo lo que tuviera al alcance disfrutando del remolino de placer que se iba formando en mi bajo vientre. Edward repetía mi nombre como un hechizo interminable mientras mis paredes se cerraban alrededor de su miembro, disfrutando conmigo de uno de los tantos orgasmos de esa noche…

-Bella… - gruñó besando mi cuello dando las últimas embestidas de este encuentro.

-Te amo… - susurré pasando mis manos por sus cabellos. Bajé de sus caderas y lo sentí aflojar un poco más el agarre mientras sonreía en mi cuello.

-Solo mía – sentenció dando un suave beso en mis labios. Vi cómo una pequeña mueca de arrepentimiento se extendía por su rostro y me preocupó – Lo siento – dijo avergonzado.

-¿Por qué te disculpas? – pregunté acariciándole el rostro.

-Empezando porque… te prometí no presionarte para… bueno… - dijo mirándome sugerentemente.

-No me presionaste Cullen, en realidad lo estaba deseando… - sonreí avergonzada por su tonto razonar, el rodó los ojos y continuo.

-Y luego… ¡Dios!... No debí ser tan animal – dijo señalando mi cuerpo viéndome apenado. Me comencé a ver extrañada, había sentido un poco de dolor en ciertas ocasiones, hasta estaba segura que me faltaría uno que otro cabello por lo duro que tiro de mí. Pero después de eso…

-Oh… - dije viendo ciertas marcas en mi cuerpo – no importa – dije encogiéndome de hombros. Pero craso error, sentí el escozor de una fresca mordida.

-Bella… - gimió el molesto consigo mismo.

-No empieces Cullen – resople – ¿lo disfrutaste o no?

-Obvio que si – rezongó.

-Pues yo también, así que asunto solucionado… - dije radiante – una vez que todo esto termine, quiero que la repitamos – sonreí divertida al verlo bufar.

-¿Y qué cuarto vamos a destrozar esta vez? – comentó más animado empezándose a vestir.

-Aún no probamos el sauna… - dije emocionada haciéndolo reír…



Día 3…
-.-.-.-.-.-.-.-

Bella POV

Nunca me había considerado una persona que perdiera los estribos así de fácil, especialmente conviviendo con personas como Emmet quien a diario ponía ha prueba de juicio mi paciencia, había aprendido a controlarme luchando a diario para no terminar cometiendo un asesinato… acepto que perdí la paciencia en una que otra ocasión, pero puedo asegurarles que no lo llegué a lastimarlo demasiado… pero… "¿y ahora? ¿Qué le haría ni bien lo vea?"

Edward no era de darme problemas, desde que nos conocimos de eso se encargó Emmet, claro, descontando el echo de salvarlo de esas insoportables citas a las que solía acudir… normalmente Ed era el razonable del grupo… claro que dejaba de serlo cuando se le provocaba… normalmente no me daba dolores de cabeza… pero… "¿Y ahora qué bicho le picó? ¿Acaso quería matarme de la angustia?..."

Y Jacob… sarcástico y competitivo hasta lo más profundo de su ser… cómo no se me ocurrió que iba a aceptar algo como esto… especialmente cuando era Emmet quién se estaba burlando de él para provocarlo…

Además estaba Jazper… "¿cómo era posible que él los haya seguido en esta locura?"…

-¡Dios Mío! Se van a matar… - volví a gemir desesperada viendo la sima de la imponente Saulire alzándose frente a nosotros – ¿por qué no nos dijiste Félix? – dije al borde del llanto.

-Lo siento chicas – se volvió a disculpar él por enésima vez alejándose un poco de Rose que lo miraba como si en algún momento le fuese ha arrancar algo – cuando me preguntaron sobre el Saulire… no pensé que se fueran a arriesgar a… - tragó en seco al ver que Rose se estaba arremangando el traje - yo les dije que…

-Ya, ya… trataste de advertirles – resopló Alice con poca convicción.

-¿Hace cuanto qué salieron? - preguntó Esme abrazada a Carlisle.

-Poco más de dos horas… - comentó Alice – se llevaron los Snowmobiles, aunque no creo que vayan a descender en ellos porque sus equipos de esquiar tampoco están…

-Se van a matar – gemí angustiada.

-Y si no lo hace la montaña, de eso me encargaré yo -gruñó Rose.

-Y yo – dijo Alice maldiciendo a su Jazzy por lo bajo.

- No es tan peligroso como parece… - comenzó a decir Félix para tranquilizarnos

-Ya cállate – dijimos las tres a la vez. Había estado con la misma cháchara desde que descubrimos que los chicos se habían embarcado en una competencia suicida por el descenso del Saulire.

-¿Y a dónde van a ir a terminar? – preguntó Reneé revisando el mapa de los tres valles del poblado.

-Si no se desvían tienen que terminar en el valle de Meribel, es sólo un desnivel de 1300 metros en el descenso… - fue perdiendo la intensidad de la voz mientras hablaba, intimidado nuestras miradas fijas en el.

-Solo nos queda esperar – dijo Leanne tomando a Rose del brazo para tranquilizarla – todo va a estar bien hija…

-Vamos – dijo mi madre sosteniéndose como podía de sus fijadores para no caer. Comenzamos a descender por las diferentes pistas del Mont Vallon unos con más habilidad que otros, a estas alturas ya estaba comenzando a manejar esto del "impulsar y deslizarme" pero, no podía dejar de preguntarme… "¿qué estaría pasando en esas montañas?"



Edward POV

-¿Están seguros que éste es el camino?… - pregunté extrañado viendo la cuesta que nos esperaba como descenso.

-Es lo que marcó Félix en el mapa… - dijo Jazper volviendo a repasar las rutas.

-¿Ya te estas arrepintiendo Eddie? – comenzó a mofarse el chucho. Aún tenía las líneas de la almohada marcada en su cara y se veía algo adormilado, así que decidí pasársela por alto ya que me había pasado con eso del somnífero.

-Ya quisieras Jakie… - contesté a regañadientes – sólo lo decía porque es extraño que para ser el camino más concurrido este lleno de cuestas y montículos de nieve, con pinos por doquier…

-A más trabas, mejor… - dijo Emmet eufórico chocando los puños con Jacob.

-Dejen sus motos ahí – dijo Jazper señalando un pequeño descanso marcado con un banderín. Lo único que nos aseguraba que estábamos en el sitio de partida correcto – Félix dijo que mandaría ha alguien por ellas…

-Bien… - dije revisando mi traje – la línea de llegada esta a 10 metros por encima de los bosques que rodean el chalet, es un pequeño claro despejado así que lo divisarán fácilmente… - alcé la voz tratando de llamar la atención de Emmet quien estaba más distraído probando sus fijaciones dando vueltas alrededor del lugar - Las reglas son sencillas, el primero en llegar y tomar el banderín, gana – dije colocándome los lentes.

-Emmet… - lo llamó Jacob – ¿colocaste el banderín, verdad? – el aludido asintió poco convencido.

-Si llegan a la meta y no hay ningún banderín – dijo Jazper sobre las sonoras risas de Emmet – se quedan esperando ahí por orden de llegada.

Emmet comenzó la cuenta regresiva innecesariamente desde veinte, cuando de la nada dio la señal de salir disparados sin haber terminado de contar…

Comencé el descenso sintiendo la adrenalina en aumento al ir tomando velocidad. El viento arreciaba con fuerza tratando de penetrar mi traje, así que agradecí mentalmente la protección de mi equipo de skiar contra el frío aire de la montaña. Un gran montículo de nieve se alzaba en mi camino flanqueado a uno de sus lados por varios pinos, fui tomando velocidad conforme me acercaba y me deslicé sobre ésta usándolo de rampa… me alcé en el aire y la adrenalina se disparó prendiéndole fuego a mis venas, grité eufórico mientras sentía el aire golpear las pequeñas partes de piel expuestas, pero ya su frío no me incomodó. Me sentía volar, me sentía libre, sin preocupaciones ni secretos que ocultar… poco a poco fui descendiendo en el aire y me prepare para la caída…

-¡Yo también quiero! – escuché gritar a Emmet unos metros más a mi derecha al haber caído como todo un profesional sobre el suelo y seguir mi recorrido. Sonreí contento por haberlo logrado sin mucho esfuerzo.

-Mira esto Emmet – gritó Jacob sobre el romper del aire adelantándome un poco para tomar la siguiente colina.

Esta bien, lo acepto, la voltereta que hizo en el aire fue magistral opacando así la mía, pero él tenía años de práctica y yo no. Comencé a zigzaguear entre los árboles que se alzaban a nuestro paso, aprovechando cada pequeña colina para tomar impulso y descender más deprisa. Jazper había desparecido de nuestra vista por unos minutos y para cuando volvió a aparecer nos llevaba varios metros de distancia… "¡Genial!"… me impulsé con los fijadores para ir más deprisa cuando volví a perder de vista a Jazper y pocos minutos después a Emmet… hubiese empezado a temer por ellos si es que no hubiera escuchado las estruendosas risas de Emmet resonar no muy lejos.

-Edward – me llamó Jacob dándome el alcance. No era la primera vez que me llamaba por mi nombre, pero tampoco era buen síntoma de nada – sé lo que te traes entre manos… - gruñó adelantándome una cabeza. ¡Está bien!… si lo que quería era distraerme, pues lo había conseguido. Tuve que hacer un giro brusco para no irme contra un pino que estaba a mitad de mi camino, gruñí molesto por haber perdido la concentración…

-Habla claro Jacob – mascullé su nombre entre dientes.

-Sé que la amas – dijo acercándose cada vez más a mí pero manteniendo la vista fija en el camino- a Bella… - aclaro al ver mi ceño fruncido.

-De dónde… -vacilé volviendo ha rodear un árbol hasta volver a colocarme a su altura – estas hablando ton…

-Sé hombre por una vez en tu vida y di la verdad – escupió molesto. Callé sabiendo que no tenía caso seguir con esta mentira.

-La amo – le aseguré, él rió amargamente.

-Vaya que te llevó tiempo darte cuenta – bufó molesto… "otro que se daba cuenta antes que yo… ¡Genial!" pensé - yo también la amo – aseguró después de un incómodo silencio – y pienso pelear por ella…

-No esperaba menos de ti Jacob… - resoplé fastidiado.

-Ella te ama – comentó después de otro silencio – pero también me ama a mí… - trató de convencerse a sí mismo.

-Lo sé – suspiré.

-Que bueno que lo sepas – bufó él.

-¿Te arrepientes de haberla dejado? – pregunté después de un prolongado silencio. A este paso ambos ya nos habíamos olvidado de la carrera.

-Si y no… - comentó pensativo – Si, pues si no la hubiera dejado talvez no tendríamos que estar pasando por esto… yo seguiría siendo su Jacob, y ella mi Bella.

-Tal vez… - remarqué su palabra y él no me refutó nada.

-Y no, pues… haberla llevado conmigo sólo le hubiese producido más dolor… - no comentó nada más.

-Emmet me comentó lo de tu operación – murmuré tratando de sonar más calmado.

-No quiero tu lástima chupa… Edward – masculló.

-No es lástima… - dije apartándome de su camino para luego aparecer a su lado minutos después – sabes Jacob… - el aludido me miró de reojo y asintió esperando que continuara - si no fueras el novio de la mujer que amo, y no intentaras arrebatarme mi razón de ser… talvez podríamos ser amigos… - dije sinceramente mientras el reía divertido, no con burla sino con camarería.

-Sabes Edward – dijo imitando mis palabras – talvez… si no estuvieras enamorado de mi novia, y sólo talvez, si no intentaras interponerte en nuestra relación… sólo talvez me caerías bien… - estuvo pensando sus palabras – aunque para serte sincero… esto de las continuas peleas resulta divertido… - dijo rompiendo a reír seguido de mí.

-Entonces… - pregunté no sabiendo como continuar.

-Dejemos que Bella elija – susurró él y yo asentí.

-¿Qué harías si ella me eligiera a mí? – preguntó cuando empezamos a descender una cuesta más empinada.

-No la puedo obligar a que me ame… - respondí seguro – la dejaría marchar y ser feliz…

-Lo has estado pensando… – dijo y yo asentí.

-¿Y tú? – él sonrió amargamente.

-Bella siempre a sido mi amiga y nunca dejará de serlo, seas tu o yo a quien elija… - comentó – aunque sé que tú tienes más las de ganar… - masculló haciéndome reír – pero no todo esta dicho… - agregó al rato.

-No todo esta dicho… - volví a repetir.

-¿Escuchas eso? – preguntó al rato. Habíamos empezado a ganar velocidad, retomando la carrera, pero no nos habíamos percatado del completo silencio que nos rodeaba. Poco a poco el absoluto silencio comenzó a ser reemplazado por los alaridos de Emmet y Jazper…

-¡AVALANCHA! – gritó Emmet pasándonos de largo mientras reía histérico.

-¿¡Qué! – gritamos Jacob y yo aumentando la velocidad, Jazper se unió a nosotros a los pocos segundos jadeando extenuado.

-¡TE DIJE QUE NO SALTARAS SOBRE ESE MONTÍCULO EMMET! – gritó desesperado zigzagueando de un lado a otro mientras el aludido reía histérico.

-¡Emmet! – grité desesperado.

-¡No es mi culpa! - se quejó el aludido – ¡ustedes empezaron con eso de los saltos! –dijo retrasándose un poco.

-¡Apúrate Emmet! – comenzó a gritar Jacob angustiado.

Las cantidades de nieve que bajaban tras de nosotros iban aumentando conforme avanzábamos trayéndose consigo ramas y árboles caídos…

-¡Maldición! – gritó Jazper – si no salgo vivo de esta Emmet, juró que volveré a penar por donde sea que andes… - gritó tirándose cuesta abajo, Jacob y yo lo seguimos coreados por las risas de Emmet atrás de nosotros.

-¡Rubio reprimido! – comenzó a cantar Emmet.

-¡Ahí está el claro! – grité viendo los pocos metros que nos separaban del bosque y de la bandera flameante.

-¡Ahí está la bandera! – dijo Emmet emocionado - ¡Yo sabía que la había dejado por algún lado! – exclamó comenzando a reír.

-¡Métanse dentro del bosque! – gritó Jacob – ¡los árboles del linde detendrán el impacto!

Nos lanzamos en una carrera suicida cuesta abajo, la nieve tras de nosotros iba cobrando más velocidad y nosotros poco a poco nos acercábamos al que sería nuestro refugió…

-¿¡Qué haces! – grité viendo que Emmet se colocaba delante de mi a pocos metros del claro…

-La bandera es mía – comenzó a corear.

-La carrera ya terminó – dije exasperado.

-¡Aún no Edward! – dijo Jazper tratando de alcanzar a Emmet. Vi a Jacob encogerse de hombros y lanzarse detrás de los chicos. Bufé frustrado y decidí seguirlos… "¿¡Qué más me quedaba!"

La preocupación por la avalancha paso a un segundo lugar mientras los chicos reían emocionados esquivándose entre ellos… vi que nos separaban varios metros de distancia por las ventajas que habían tomado tras mi distracción… Suspiré, no me interesaba ganar, pero deseaba acabar de una vez por todas con esa bendita competencia, así que no desaproveché un gran montículo que los chicos habían pasado de largo y me lancé sobre este… decir que volé sería quedarse corto, el impulso que gané con el salto fue demasiado y sólo reaccioné por el miedo de estrellarme contra un árbol… "¡Ahora entendía por qué lo habían pasado por alto!"… Manobrié como pude para no perder la dirección y cuando vi el momento, alargué la mano y lo tomé… por fin…

-¡No es justo Eddie! – gritó Emmet a mis espaldas cuando arranqué el banderín de su palo y me perdí dentro del bosque. La diferencia entre nosotros había sido mínima.

-¡Gané! – grité exultante. "¿No dijiste que no querías ganar estúpido?" dijo mi mini Bella molesta. "¡Mira por donde vas Eddie!" gritó mi mini Em vestido de porrista agitando sus pompones - ¡Mierda! – grité estrellándome con un árbol en el medio del bosque. El montículo de nieve a los pies de este amortiguó el choque, pero terminé hundiéndome en esta mientras Em gritaba detrás de mí.

-¿¡Cómo se para esta cosa! – exclamó dirigiéndose a dónde yo estaba tirado.

-¡No Emmet! – gritaron Jacob y Jazper por última vez antes de que Emmet se hundiera en la nieve a mi lado, sacudiendo el árbol con el impacto, trayéndose abajo la nieve que reposaba en sus ramas, sepultándonos… por completo.



Día 4
-.-.-.-.-.-.-.-

Bella POV

-¡No es justo Bella! – se quejaba Emmet sentado bajo el gigantesco árbol de navidad, mientras repasaba los regalos que llevaban una tarjeta con su nombre – no me pasó nada malo… - decía haciendo pucheros adorables, mientras inconscientemente se rascaba la cabeza sobre las vendas que llevaba alrededor de ésta.

-Que Rosalie no te escuche decir eso, porque sino será ella quien te envié al hospital con la siguiente concusión… a ver si así eso no te parece nada malo – bufé exasperada.

-Sólo perdí el conocimiento por un rato – se quejó tratando de levantarse pero empezó a balancearse peligrosamente – ¡Wow! – dijo empezando a reír.

-¡Te han dicho que te quedes quieto! – dije dejando los platos sobre la mesa para correr a sostenerlo – sabes… - dije acomodándolo en el mueble – tenía la esperanza de que con ese golpe comenzaras a actuar normal… por un momento creí que una sacudidita como esa no le haría mal a tu cerebro… - dije desesperanzada – al parecer no tienes remedio…

-Yo también te quiero Bella –dijo tirándome con él al mueble, riendo sonoramente mientras me estrangulaba.

-Shushhh Emmet… - bisbiseé - lo vas a despertar – empecé a darle pequeños manotazos al ver que Edward se removían incómodo en el mueble contiguo.

-Es una lástima… - escuché suspirar a Jacob desde la terraza mientras entraba cabizbajo junto a Jazper.

-Me gusta tanto esa moto – dijo el rubio sentándose en uno de los muebles frente a nosotros.

-No puedo creer que estén quemando nuestros equipos de esquiar – agregó Jacob sentándose a su lado abatido. Ambos soltaron un suspiro al mismo tiempo.

-Era eso o quemarlos a ustedes vivos – dije aún algo molesta por el susto que nos dieron al verlos llegar arrastrándose con dos de ellos inconscientes.

-Lo sentimos – dijeron los tres al mismo tiempo.

-Esta bien – suspiré – pero no seré yo quien detenga a Alice y Rose de destruir esas cosas – sonreí viéndolos desesperarse cuando empecé a escuchar las quejas de Leanne.

-¡Pero espera a que lo vea! – salió resoplando seguida de mi madre quien reía divertida – ¡Le dije que trajera un pavo, pero nunca dije que lo trajera vivo! – volvió a exclamar exasperada.

-Todavía podemos llevarlo a la tienda para que se… - vi a mi madre mirar a Emmet de reojo y cambio de parecer – Esme ya fue por el chef, no va a tardar en llegar Leanne, Mr. Pierre se va a encargar de eso… - susurró bajito.

-Esta bien… - vi dudar a Leanne al mirar que los chicos las miraban intrigados, especialmente su hijo - Bella, cielo, porqué no vas con los chicos a comprar estas cosas que faltan…-dijo extendiéndome una lista- ustedes no han salido mucho por el pueblo y creo que les puede sentar bien un poco de aire fresco – "Oh" pensé dándome cuenta de sus verdaderas intenciones.

-Yo me quedo – dijo Emmet decidido – estoy cansado y una siestecita no me vendría mal… - dijo acomodándose como podía en mueble. Yo suspiré… "¿Qué tan malo sería dejarlo en casa con un animal suelto por ahí?"… vi mi pregunta reflejada en los ojos de mi madre y Leanne, las tres suspiramos rendidas… obligarlo no sería bueno, a veces podía ser tan obstinado como yo cuando no quería hacer algo, lo único que nos quedaba, era confiar en que no había prestado demasiada atención a la conversación de las chicas.

-Pero cariño – trató de convencerlo Leanne – hay lindas cosas en el pueblo…

-Iré mañana cuando me sienta mejor… - dijo comenzando a cerrar los ojos. "Ok, eso no me lo creí… algo estaba planeando" pensé desconfiada. Vi que nadie había creído en sus palabras, pero decidimos no agregar nada… "Tal vez Rose lo pueda persuadir" pensé comenzando a debatirme en llamar a la rubia.

-Vamos – dijo Jacob tomándome de la mano para empezar a salir.

- ¿A dónde van? – preguntó Ed bostezando algo aturdido, tenía la muñeca izquierda vendada y habían tenido que darle cinco puntos en la frente por el corte que se hizo.

-De compras – comentó Jacob. "Siguen actuando raro" pensé viendo que no habían intercambiado insultos ni empezado una nueva pelea desde que llegaron magullados del Saulire.

-Voy con ustedes – dijo comenzando a levantarse.

-Lo mejor será que te quedes con Emmet en la casa – dijo Leanne tratando de detenerlo – no tienes buen aspecto… - comentó viendo lo pálido que se veía. Edward asintió a regañadientes y se volvió a hundir en el mueble.

La verdad era que me sentía inquieta dejando a dos desvalidos solos en una gran casa, bueno, tres contando con Charlie. Todos habían decidido salir a última hora, Reneé y Leanne fueron a darle el alcance ha Carlisle y Andrew al pueblo por los regalos de última hora, mientras nosotros íbamos por más cosas para la cena de Navidad de esta noche y claro, también en busca de un poco de aire fresco.

Rose a regañadientes decidió dejar descansar a Emmet mientras salía al pueblo con nosotros, ella estaba tan reacia a dejarlos solos como yo, pero el pequeño demonio de Alice, siempre tan persuasiva cuando se trataba de compras, no aceptó un NO por respuesta…

Con un último vistazo al chalet desde el asiento del copiloto del Maybach Zeppelin conducido por Jacob pensé…"Es Emmet, ¿qué más cosas podría hacer?"… suspiré y decidí que el día había estado extremadamente calmado desde que regresamos por segunda vez del hospital tras el accidente de ayer… tal vez era hora de un poco más de emociones… sólo esperaba que no fueran tantas…


0 comentarios:

Publicar un comentario