GUILTY PLEASURE III

"La verdadera esencia del romanticismo es la incertidumbre"
Oscar Wilde



Alice POV

- ¡Bella! – los impacientes alaridos de Charlie no se hicieron esperar.

- Charlie -sonreí- ¿no podrías dejar esa conversación para otro momento? – pregunté rodando los ojos mientras salía saltando del ascensor para darle el alcance en el hall del piso, que separaba los dos pasadizos que daban a las diferentes oficinas de los chicos.

- No – gruñó indignado mientras se perdía por el pasadizo de la izquierda – no puedo creer que Bella me lo haya ocultado…

- Vamos Charlie, tampoco es para tanto, ¿no crees? – dije deteniéndolo para cuando llegamos a la sala de recepción de la oficina de Bella, que estaba completamente vacía.

Charlie no prestó atención y comenzó a gruñir mientras buscaba algo fuera de lo normal en la estancia. Talvez en otro momento hubiese resultado interesante y hasta gracioso verlo tan enfadado, pero no ahora. Normalmente él solía hacerse de la vista gorda en cuanto a las relaciones de Bella, confiándose del par de espantapájaros que tenía en Ed y Em… pero ahora sólo se sentía defraudado…

- Alie, cariño… – suspiró girándose hacia mi – soy su padre y creo que merecía saberlo, ¿no crees? – repitió mi pregunta – ¡Si no fuera por Emmet hubiese sido el último en enterarme! – exclamó indignado.

- ¿¡Emmet! – mascullé.

- Si, si Alie… Emmet – contestó ausente, mientras el teléfono de la recepción comenzaba a sonar insistentemente - ¿En dónde se ha metido esa muchacha? – preguntó mirando al aparato, que parecía terminaría reventando de tanto sonar.

- ¿Quién? – pregunté, saltando divertida al pensar en todas las cosas que le haría Bella a Emmet, cuando se enterara que nuestro gran oso no había podido mantener la boca cerrada.

- La muchacha… ella… la pequeña… Jesenia creo que se llamaba… - yo lo miré divertida – su secretaria.

- Se llama Jessica – lo corregí sin darle mucha importancia, viendo cómo se ruborizaba apenado.

Charlie miró impaciente del teléfono que no dejaba de sonar a la puerta de roble que daba paso a la oficina de Bella, y aprovechando de que estaba distraída observando el número que marcaba el teléfono, se acercó a zancadas para tomar el pomo de la puerta.

- ¿Charlie? – pregunté sosteniendo el auricular a mi oreja para cuando contesté la llamada.

- ¿Qué Alie? – preguntó cansado, girándose hacia mi con la mano aún sujeta a la perilla.

- Es para ti – sonreí extendiéndole el teléfono, mientras él me miraba confuso – tómalo – ordené divertida, cuando empezó a mirar el aparato que estaba sosteniendo como si fuera una bomba de tiempo que en cualquier momento iría a explotar. Estábamos en eso para cuando alguien desde la otra línea comenzó a vociferar.

- ¡CONTESTA EL BENDITO TELÉFONO AHORA MISMO, CHARLIE SWAN! – gritó Reneé desde la otra línea, con tanta fuerza que nos hizo estremecer a ambos.

Charlie bufó mientras soltaba la perilla de la puerta y se acercaba a tomar el teléfono, mientras yo trataba de disimular lo divertida que estaba por la situación.

- ¿Si Amor? – preguntó cohibido, mientras se giraba hacia el escritorio de Jéssica dándome la espalda – no… pero no es justo… - escuché que se quejó – pero Reneé… No, no quiero dormir en la calle… - silencio- pero por qué él… No, ni se te ocurra mencionarlo… -silencio- yo sólo tengo una hija, Reneé… nada de nuevos hijos… no, ni siquiera él… - silencio- pero amor… no, no, lo que tu digas mi cielo… - silencio- ¡no estoy fastidiando a Bella!… solo vine a… -silencio – sólo vine a saludarla… ¡Reneé!... ¡esta bien!... ¡esta bien!...

Y siguió así…

Comencé a moverme por la estancia observando los cuadros que adornaban el lugar… "¡Que desperdicio de lugar!" pensé, mientras planeaba mentalmente una salida de compras para remodelar dicha estancia… "¡Talvez nuevos muebles, o podría bajarme esa pared de ahí y poner un gran ventanal para que entre más luz a esta cueva!"…volví a meditar.

Por otro lado, Bella había sido muy afortunada en que me encontrara con Charlie antes que ella... "Ya sé, puedo usar eso a mi favor y hacerla venir conmigo de compras" comencé a planear mientras una enorme sonrisa se extendía por mi rostro… "No, no soy manipuladora, simplemente aprovecho al máximo las oportunidades que se presentan"… Después de todo me lo debía.

Había ido a dejarle una pequeña sorpresa a su departamento, cuando me encontré a Charlie vagando fuera de éste hecho una furia, y en medio de incoherencias comprendí que mi amiga estaba problemas… "Nota mental: darle a Charlie, una copia de la copia de llaves, que saqué del apartamento de Bella sin que ella se enterara" pensé.

Claro, estaba algo molesto y me costó un poco calmarlo… pero no hay nada que Alice Brandon, no pueda conseguir…

¿Pero y ahora? Sonreí al tratar de adivinar cuál sería la reacción de Charlie, cuando se enterara que su princesita había cambiado de gustos…

Aprovechando que Charlie me estaba dando la espalda, concentrado en excusarse con Reneé, me dirigí a la oficina de Bella para dejarle una nota…

Le eché una ojeada a mi reloj de pulsera pensando en que era muy raro que no estuviera en su oficina a estas horas, ya que ella era de las personas que entraba primera a trabajar y era la última en salir… "¿Dónde se abría metido? Tal vez el chucho se la llevo por ahí… ¡Ag! ¡No, no… no pienses en eso Alice Brandon!... ¿pero y Edward?... a él tampoco lo veía por ningún lado… y esa tal Jessica tampoco estaba… ¡Esto es raro!" pensé acercándome a la puerta… "si Bella estuviera aquí, ya hubiera salido al escuchar tremendo escán…da…lo…"

Mi cuerpo procesó mucho más rápido que mi mente la imagen que estaban presenciando mis virginales y puros ojos…

- ¡Dios mío! – pensé, "¡No! ¡No lo había pensado!… ¡Lo había gritado!"… recién estaba pensando.

- ¿Qué ocurre Alie?... –preguntó Charlie dejando caer el teléfono del susto que le di.

Tiré de la puerta para cerrarla con todas mis fuerzas, esperando que Charlie no haya llegado a ver nada de la escena que mis preciosos ojos habían tenido el infortunio de ver…

"¡Oh Dios!" Pensé con el corazón acelerado, "Oh Dios mío" volví a repetir mentalmente, tratando de alejar las imágenes de mis dos mejores amigos desnudos, sentado uno encima del otro en la hermosa silla de cuero negro que le había regalado a Bella años atrás.

- ¿Por qué allí? – gemí frustrada, mientras Charlie me miraba con cuidado.

- Alie… cariño, ¿te sientes bien? – preguntó viendo de mi a la puerta que había cerrado momentos antes.

- Pero… eso quiere decir que ellos… - comencé a caminar de un lado a otro, olvidándome por completo de la presencia de Charlie - ¡Ah! – exclamé eufórica de un momento a otro, asustando a Charlie que me miraba preocupado- ¡Si! ¡Si! ¡Por fin! – comencé a brincar en mi sitio feliz por mis dos amigos, para cuando Charlie volvió a tomar la perilla de la puerta - ¡No Charlie! – exclamé corriendo a su encuentro, para cuando comenzó a girar la perilla de a poco.

Bella POV

- ¡Bella! – había exclamado Charlie desde afuera de la oficina.

Me comencé a remover incómoda sobre Edward… "¡Dios, esto no nos puede estar pasando!" pensé escondiendo mi cara en el pecho de Edward.

- Amor… - susurró en mi oído – no te muevas así… por… favor… - pidió hablando entrecortadamente, mientras ponía una mano en mi cadera para mantenerme quieta.

- Pero Edwa… - callé al sentir que su cuerpo estaba tan predispuesto a reaccionar como el mío - ¡Oh! – exclamé, mientras el asentía al ver que había comprendido y mis mejillas comenzaban a teñirse de un bonito carmín.

-Alice, soy su padre y creo que merecía saberlo, ¿no crees? – nos llegó la voz de mi padre desde afuera.

Ambos nos miramos nerviosos… "¿Qué era lo que supuestamente sabía?"… bueno, el hecho de que estuviera furioso no era buen signo de nada…

Volví a esconder mi cara en el pecho de Edward mientras el acariciaba mi espalda tratando de calmarme…

- Si no fuera por Emmet, hubiese sido el último en enterarme… - volvió a hablar mi padre.

- Em… - estuve a punto de gritar olvidándome que podríamos atraer audiencia, pero Alice me ganó y terminó haciéndolo por mí.

- Lo voy a matar… voy a matar a Emmet Cullen... – le susurré a Edward, como si sólo estuviera comentándole sobre el clima.

- Amor, deja a Em en mis manos… - dijo mientras una fugaz sonrisa se extendía por sus labios- y en cuento a tu padre, no creo que se oponga a que…

Pero nos callamos al escuchar que afuera habían dejado de discutir para contestar el teléfono.

Agudicé más el oído tratando de encontrarle sentido a las frases sueltas que murmuraba Charlie.

- Mi amor, será mejor que nos movamos – dijo Ed llamando mi atención.

Yo alcé una ceja mirándolo incrédula mientras el sonreía pícaramente dándome un casto beso en la punta de la nariz.

- Tenemos que cambiarnos mi hermosa Bella – suspiró echándole una ojeada a la puerta que aún permanecía cerrada, mientras yo intenté levantarme ya que aún permanecía sentada a horcajadas sobre él, pero fue ahí donde lo sentí…

- ¡Oh, oh! – exclamé, mientras comenzaba a rechinar los dientes.

- Bells, mi vida, ¿Qué pasa? – preguntó Edward preocupado.

- Mis piernas – jadeé - ¡Ay, ay, calambre! – me quejé con esfuerzo.

La sombra de preocupación se borró del ceño de Edward para ser reemplazada por una de seria diversión, comenzando a moverme con cuidado mientras masajeaba con suaves caricias mis piernas tratando de relajar los músculos.

Estaba tan concentrada en sus deliciosas manos sobre mi cuerpo que no escuché cuando se abrió la puerta de la oficina, y nuestra querida Alice pegó el grito al cielo, para después cerrar la puerta con un estruendoso portazo.

- Dime que no nos vio… - susurré con la cara ardiendo como una antorcha.

- Lo siento amor… - respondió él ayudándome a levantar.

- Mi padre… él nos… tu y yo… - balbuceé avergonzada, dándome cuenta que él estaba tan nervioso como yo.

- No – respondió mirando ceñudo a la puerta.

Comenzamos a vestirnos en completo silencio, rogándole al cielo de que Alice pueda distraer a Charlie el tiempo suficiente para arreglar todo este desastre… pero no, últimamente creo que el cielo no me escucha del todo, porque la perilla comenzó a girar… de nuevo…

Alice POV

- ¡Charlie! – exclamé cuando éste comenzó a girar la perilla.

Corrí a su encuentro tomándolo de los hombros para girarlo hacia mí, mientras detrás de él la puerta quedó semiabierta para cuando por fin Charlie soltó la perilla. Esta cosa comenzó a abrirse por sí sola, como si fuera empujada por una mano invisible dejando expuestos a Bella y Edward que se congelaron en ese preciso instante. Edward llevaba los pantalones mal subidos y el pecho descubierto mientras le abrochaba el brasier a Bella, y ella se subía la falda toda apurada…

- Alie… ¿Qué sucede? – pregunto intrigado, para cuando comencé a tomarlo con más fuerza al ver que quería girarse para ver el por qué de tanto escándalo.

- Oh Charlie, no sabes… - fingí llorar abrazándolo con fuerza, mientras que con mis manos en la espalda de Charlie, les hacía señas a los chicos para que se movieran – me siento tan… tan mal… - me sorbí la nariz en su saco dándole más dramatismo a mi actuación.

- ¿Qué paso cariño? – dijo el nervioso, al ver que me estaba poniendo histérica…

- Es que él… oh Charlie… Jazper, mi novio…

- ¿Que paso con él cariño? ¿Te hizo algo? Dime Alice, si el te hizo algo yo puedo – distraídamente llevó su mano al cinturón en donde tenía su pistola. Sí, Charlie Swan era aficionado a las armas, pero no solía llevarlas a menos que estuviera de caza en las montañas o jugando tiro al blanco… a menos que su nuevo blanco fuera… "Oh…estamos en problemas".

- Oh, no, no… soy yo Charlie… - tuve que fingir que me estaba rascando la cabeza, para cuando me vio haciendo señas extrañas, ya que Ed y Bella estaban buscando un lugar dónde esconderse…

- ¿Él o tú? No entiendo Alie… - dijo alejando su mano del arma.

Un golpe seco se escuchó cuando Bella se metió debajo del escritorio y por lo visto terminó chocando con algo debajo de este, ya que se escuchó un fuerte gemido. Comencé a sollozar con fuerza para despistar a Charlie, mientras me le colgaba del cuello para que no se pudiera mover más. Ed por su lado se metió debajo de la mesa, para sacar a una Bella que no dejaba de sobarse la cabeza con una mano, mientras que con la otra se la sostenía del otro lado con fuerza…

- Alie…

- Él no tiene la culpa – lo corte- soy yo, bueno, en realidad talvez somos ambos. Es decir, tú has escuchado lo que dice la gente de las parejas como la nuestra… claro que tampoco podemos calificarnos como tales, yo diría que entramos en el rubro de las especiales. Aún así, eso no nos hace consideramos convencionales, ni tampoco extraordinarios – Charlie arrugaba la frente, abriendo la boca y volviéndola a cerrar – lo hemos intentado… hemos intentado de todo… pero siento que no es suficiente. Sabes, es tan raro como darle de fumar a un murciélago, aunque recuerdo que mi abuela, decía que la tatara tatara tía abuela de su tía abuela contaba que en su pueblo atrapaban a los murciélagos y los hacían fumar, y según ella esos animalejos sí que sabían jalar… ¿No le has dado nunca de fumar a un murciélago?– le pregunté, no esperé a que contestara ya que él aún mantenía la boca abierta – Yo creo que sería más fácil con un sapo, o talvez una tortuga… son más fáciles de atrapar… recuerdo que se lo comenté una vez a Emmet, y a la semana siguiente, Trevor apareció muerto… pobre Trevor, que en paz descanse… - recordé triste.

- ¿Tú quieres jalar? – preguntó con los ojos desorbitados, apartando su mirada de mi.

- Charlie, mírame – ordené, sosteniendo su cara entre mis manos para que sólo me mirara a mi - No, no, sólo decía… ¿pero por dónde iba?... Ah sí, Jazper y yo… créeme Charlie – le saqué un pañuelo del bolsillo de su casaca y me soné la nariz escandalosamente – lo hemos intentado de todo, pero es tan incómodo y duele… o si, claro que duele. La última vez que lo hicimos no me pude sentar en días, y él ni te imaginas, estuvo caminando como si estuviera escaldado por varios días, pero ese dolor es tan… tan endemoniadamente placentero… oh Charlie, cómo librarme de un placer cómo aquel… - Charlie estaba que se ponía morado, buscando un lugar por el cual poder escapar - hasta he pensado que en grupo sería mejor… ¿Tú crees que le deba decir a Bella? ¿Y a Edward también?... – los nombrados ya estaban completamente vestidos, parados a tan sólo unos pasos de la terraza, estáticos, escuchando mi conversación, al ver que no reaccionaban con mis gestos - ¡MUEVANSE! – grité, haciendo sobresaltarse a Charlie y los chicos – si, muévanse… -reí nerviosa – eso les diría… Bella es muy flexible, eso sería un punto a su favor…

- Alice… no creo que…

- ¡Claro que sí! Reneé estaría feliz de que por fin sirvieran de algo las clases de valet que le hicieron tomar… aunque no creo que con Edward funcione, esta un poco gordo, ¿no crees? – pregunté y proseguí al ver que no contestaría – bueno, de todos modos terminaría bajando mucho con tanta acción – reí – aunque creo que ya tiene suficiente – murmuré - ¡Oh Charlie, tengo una idea! – exclamé emocionada saltando en mi sitio, por fin los chicos se habían perdido por la terraza, después de haber escondido parte del desastre entre los muebles y detrás de algunas macetas de por ahí.

- ¿Cuál? – preguntó Charlie con miedo, sus ojos claramente gritando por ayuda.

- ¡Reneé y tú también lo podrían hacer con nosotros!

Él comenzó a mirar por toda la estancia, buscando algo con qué entretenerse para no tener que contestar a mi sugerencia.

- No creo que sea buena idea Alie… - susurró mirando al suelo – es algo enfermizo… - dijo de los mil colores.

Yo comencé a reír histérica al ver a dónde había ido a parar su mente para cuando oímos pasos acercarse. Me giré curiosa a ver quién era, cuando la puerta de la recepción se abrió y por ésta apareció un concentrado Carlisle que venía leyendo unos informes. Él alzó la vista por un momento y una enorme sonrisa se extendió por su rostro.

- ¡Entonces era verdad! – exclamó feliz abrazando a Charlie – esperaba verte en la noche, pero cuando Reneé me llamo pidiéndome que te detuviera…- comenzó a reír- no te creí capaz… - volvió a reír al ver que Charlie parecía un poco azorado.

- ¿De qué hablaban? – preguntó por la cara de alivio que Charlie había puesto.

- ¡Yoga! – exclamé feliz dando saltitos en mi sitio, mientras Charlie me miraba sorprendido – le comentaba a Charlie de que no se sería mala idea tomar clases grupales… Esme y tu se podrían apuntar… - sonreí esperanzada.

- No gracias Alice – dijo plantando un beso en mi frente a modo de saludo – la ultima vez que lo intenté, terminé adolorido –comencé a reír cuando Charlie se puso a bufar, y Carlisle se giró a verlo confundido, para luego encogerse de hombros y preguntar - ¿Y Bella? – cuestionó, mirando a la oficina que se encontraba vacía. Yo alcé los hombros sonriéndole misteriosamente.

- Escondiéndose – contesté mientras Carlisle volvía a hablar.

- Uhmmm… No veo el por qué tenga que hacerlo – sonrió – deberías ser menos duro con ella Charlie – dijo adentrándose en la oficina seguido de ambos- creo que ella ya está grandecita para…

- No empieces Carlisle – bufó Charlie, hundiéndose en uno de los muebles de la espaciosa oficina – suenas como Reneé…

- Yo sólo digo amigo – dijo Carlisle divertido palmeándole el hombro, mientras le pasaba una copa que había servido en el pequeño mini bar - ¿Y qué piensas hacer? – preguntó recostando la cabeza en el mueble y cerrando los ojos, mientras una enorme sonrisa se extendía por su rostro – como tu amigo y abogado, te digo que esa no es una buena idea… - dijo señalando al arma que Charlie guardaba en el cinturón.

El aludido volvió a bufar mientras desenfundaba el arma y la colocaba sobre la mesa de centro…

- Es de juguete – gruñó. Carlisle y yo comenzamos a reír.

- Ya vez, hasta tú no estas seguro de querer hacerlo…

- Es mi niña Carlisle…

- Te recuerdo que yo también la quiero como a una hija Charlie –refutó el otro.

- Entonces ayúdame a deshacerme del cadáver – masculló Charlie.

- No seas absurdo Charlie, sabes que yo no le podría hacer ningún daño a…

- Ya va, entiendo – lo cortó Charlie, vaciando su copa.

- ¿Y ahora qué te pasa? – preguntó Carlisle divertido – Alice cariño – llamó mi atención sobresaltándome ya que había estado mirando a la terraza en dónde se estaban escondiendo los chicos. Estaba segura que podían escuchar todo, me preguntaba qué estarían pensando – cielo… - volvió a llamar - ¿haz llamado a Bella? Tal vez ella pueda calmar al celoso de su padre.

- No, no lo he hecho aún… - respondí nerviosa.

Carlisle comenzó a pasear la vista por la estancia mientras comentaba.

- Es raro… este lugar se ve diferente – frunció el ceño, mientras sacaba su celular – por cierto… Reneé esta en camino – comentó restándole importancia – sonaba algo enfada para cuando hablamos, ya sabes, las chicas tuvieron que cancelar la cena de hoy… mencionó algo de dejarte a "pan y agua"… - dijo mientras Charlie tragaba en seco.

-¿Reneé va a venir? – pregunté emocionada brincando en mi sitio, mientras Carlisle asentía, marcando en su celular.

- Si cariño – dijo llevándose el objeto al oído, cuando comenzó a sonar – Reneé, Leanne, Andrew… todos están en camino.

- ¿¡QUÉ! – exclamé entre emocionada y asustada.

"Está llamando a Bella" pensé. "¡Que tenga el celular apagado! ¡que tenga el celular apagado! ¡que tenga el celular apagado…!" comencé a rogar.

- Apagado – murmuró Carlisle, girándose a verme interrogante.

Por momentos posaba sus ojos del celular a mí, para luego mirar en torno a toda la estancia… volvió a repetirlo una vez más y negó a una pregunta silenciosa que no fue hecha.

- Alguien me puede explicar… - comencé a quejarme.

- ¿No se lo haz dicho aún? – le preguntó Carlisle a Charlie, a lo cuál el sólo gruñó negando.

- Me amenazaron – dijo encogiéndose de hombros.

- A mi también – suspiró, hundiéndose en el mueble.

- ¡De qué hablan!- exclamé impaciente. Detestaba que se me pasaran cosas por alto… "No, no, eso sí que no" pensé.

Ambos intercambiaron unas miradas frustradas y se encogieron de hombros, mientras volvían a servir sus copas.

- No es nada del otro mundo Alie – dijo Charlie.

- ¡Quiero saber! – pedí.

- No podemos decir nada aún cariño… - respondió Carlisle.

- ¡Por favor! – rogué haciendo "el puchero"… "Nadie puede resistirse al viejo truco del corderito degollado…" pensé.

- ¡Oh! Está bien… - se rindió Charlie, sin luchar.

- ¡Gracias! - dije dándole miles de besos mientras el se ponía de los mil colores.

- Charlie… no creo que sea buena idea… - dijo Carlisle, mirando hacia la puerta.

- ¿Y por qué no? Si de todos modos se van a enterar hoy… unas horas antes, unas horas después, no creo que haga mucha diferencia…

- Pero las chicas…

- Carlisle – lo corté, mientras empezaba a dar brinquitos toda emocionada- deja continuar a Charlie…

- Verás Alie, lo que sucede es que tus tías…

- ¡Alto ahí Charlie Swan! – exclamó Reneé desde afuera acercándose a la oficina.

Ambos hombres se pararon como picados por un resorte, mientras miraban insistentemente a la puerta, al escuchar cómo varias pisadas resonaban en la estancia de afuera.

Pero yo me distraje al ver pasar a Bella por una de las ventanas que daban para la terraza de ésta. Creí que había visto mal, pero terminé de convencerme cuando vi pasar a Ed detrás de ella.

"Que agradezcan que sus terrazas están comunicadas" pensé, suspirando de alivio al verlos alejarse.

- Alice, cariño – dijo Reneé pasando de largo a su marido para saludarme y luego seguir con Carlisle.

Leanne se estaba riendo para cuando me fundió en un cálido abrazo y agregaba…

- Tiempo sin verte cariño.

- ¡Pequeño demonio! – exclamó Andrew riéndose estruendosamente, mientras me daba vueltas en su sitio.

- Ya basta – ordené entre risas.

- Vaya – dijo parando de pronto - ¡Te has encogido!

- Te lo dije papá – acotó Em, sentándose a los pies de tía Leanne, quien se había sentado en uno de los muebles unitarios.

- Cállate Em – dije para luego sacarle la lengua.

- ¡Mírala mamá! – me acusó Em con Leanne.

Todo esto me era tan familiar y me di cuenta de lo mucho que había extrañado tener a toda la familia junta… ahora me preguntaba el por qué de esta peculiar reunión… "no es que soliéramos tener un motivo en especial para reunirnos, pero, llevábamos tiempo que no nos veíamos, ya que cada uno estaba en lo suyo, que ahora resultaba extraño…"

Giré y Andrew se había posicionado en el brazo del mueble junto a Leanne, mientras ella revolvía el cabello de Em que estaba sentado a sus pies. Andrew no aguantó ni dos minutos antes de salir disparado hacía Carlisle y empezar a estrangularlo con una llave, rompiendo así la burbuja personal en la que habían estado envueltos Esme y Carlisle, mientras éste último le mostraba su celular a Esme, entretenido en algo que mostraba la pantalla.

En otro de los muebles estaban Charlie y Reneé, el primero nervioso mientras la segunda le llamaba la atención y lo apuntaba con un dedo.

- Familia – llamé, pero no me escucharon - ¡Familia! –grité exasperada - ¿¡Alguien me puede explicar qué diablos esta pasando aquí! – Andrew dejó de ahorcar a Carlisle, para prorrumpir en sonoras carcajadas – no es que no los haya extrañado… pero… esto es raro… - puntualicé.

- Pobre duende – comentó Em – ya perdió sus poderes…

- Em… - lo llamé.

- ¿Si?

- Cierra la boca – ordené, lanzándole un cojín.

- ¡Mamá! – dijo él.

- Ya basta niños – pidió Reneé, dejando de amonestar a Charlie para reprendernos a todos, logrando que Carlisle y Andrew dejaran de pelear al mismo tiempo que nosotros – con gusto te lo explicaré mi cielo, pero aún faltan el resto de los chicos… - dijo girándose a ver a Emmet- ¿les avisaste? – preguntó.

- Si tía – Em sonrió radiante- mi diosa esta en camino junto a Jazper. A Tanya no la pude contactar, y a Jacob – Charlie gruñó - le dejé el mensaje…

- Será mejor que te comportes… - le ordenó Reneé a Charlie.

- Eres una aguafiestas Reneé – dijo Andrew.

- ¿Y dónde se han metido esos muchachos? – cambió de tema Esme.

- Bella tiene el celular apagado – dijo Carlisle.

- Prueba con el de Eddie – dijo Andrew, corriéndose de Reneé que se acercaba a él peligrosamente.

Bella POV

Nos habíamos salvado por un pelo. Me ponía a temblar de pies a cabeza, con tan sólo imaginar lo que hubiese hecho Charlie si nos encontraba en esa situación. Definitivamente mi lista de prioridades estaba cambiando: uno, tenía que mantener a Edward con vida por lo menos hasta que hiciéramos pública nuestra relación; dos, tenía que matar a Emmet; tres, tenía que terminar con Jacob…

"Jacob" pensé, con una leve sombra de culpabilidad empañando mi felicidad "tenía que hacer lo correcto, así lo lastimara, tenía que hacerlo…"

Suspiré de alivio para cuando llegamos a la terraza de la oficina de Edward.

"Dios bendiga a los arquitectos y al caprichoso de Edward, al querer mantener ambas terrazas comunicadas" pensé.

-Eso estuvo cerca – lo escuché murmurar para cuando cruzamos su oficina que estaba a oscuras, y salimos a la espaciosa recepción de ésta que estaba completamente vacía.

- Si – sonreí cuando el me estrechó en sus brazos, mientras recorría mis rostro con adoración y una sonrisa torcida se extendía por sus labios carnosos y sonrosados.

- Sabes amor – comentó, tomando entre sus dedos uno de los mechones que caía suelto – esta a sido una de las experiencias más excitantes de mi vida…

- ¿Una? – pregunté ceñuda. "Y ahí aparecía de nuevo, el monstruo de los celos"

- Si – sonrió complacido – la otra fue cuando jugamos a "Verdad y Reto"… ¿Recuerdas? El body shot… tú en ese mueble… el sabor a cítrico en tus labios – sus dedos tocaron mis labios, para comenzar a descender por mi mandíbula y seguir hasta mi cuello - la sal en tu piel – comentó, mientras sus dedos seguían su recorrido – ¡Oh, Bella!… eres tan hermosa – dijo, para cuando sus dedos volvieron a mis labios y los comenzó a acariciar.

Yo en un acto reflejo, tomé la punta entre mis dientes y los introduje de a poco para chuparlos. Sus ojos se abrieron por la sorpresa y sus pupilas se dilataban, presas de la excitación. Un gutural gruñido burbujeo desde su pecho para cuando enrosqué mi lengua entorno a esta. Amaba verlo tan indefenso a mis caricias.
Poco a poco fui retirando su mano mientras sus ojos no perdían ninguna de mis acciones...

- Uhmm, creo que también puedes agregar esta a tu lista – ronroneé. "Dios, este hombre saca lo mejor de mí" pensé, mientras Edward todavía seguía estupefacto, así que sólo se limitó a asentir como acto mecánico. Yo sonreí y lo tomé de la mano para comenzar a jalarlo…

-¿A dónde vamos? – preguntó con la voz ronca.

- A mi oficina – respondí.

- Pero acabamos de salir de ahí… - refutó confuso.

- Lo sé… pero si no aparecemos pronto, estoy segura que Charlie llamará a la CIA para que empiecen a rastrear mi paradero.

- Se nota que me quieres mantener con vida Swan – dijo haciendo un puchero.

- El no sería capaz… ¡Mi padre te adora! – exclamé tirando de él, al ver que se resistía ha avanzar.

- Tu viste su arma

- Era de juguete – reí- no te va a hacer nada… lo prometo – sonreía al ver que comenzó a ceder.

Cruzamos el hall que separaba ambas oficinas, para entrar a mi recepción y ver que la puerta de mi oficina se encontraba cerrada. Estaba por abrirla para cuando escuchamos más voces de las que esperábamos, y una de ellas llamó nuestra atención…

- Bella tiene el celular apagado – ese fue Carlisle

- Prueba con el de Eddie – "¿Tío Andrew? ¿Qué hacía el aquí?"

Estaba a punto de abrir la puerta para cuando Ed me tomo del brazo y me hizo retroceder. Yo lo miré extrañada y vi que buscaba desesperadamente en sus bolsillos… lo miré sin comprender para cuando un rayo de luz me iluminó. Y ambos nos miramos asustados para cuando su teléfono comenzó a sonar en la oficina, exactamente, entre los cojines de los muebles en dónde había ido a parar accidentalmente junto a todas las cosas que habíamos intentado esconder, en nuestra carrera relámpago por huir de mi padre.

- ¿Qué es esto? – resonó la voz la Emmet indignada – no… ¡Bella! – exclamó molesto.

- Y ahora qué hice… - susurré para cuando Ed me cubrió con su cuerpo al ver que Emmet había salido furioso por la puerta de la oficina.

- ¡Bella! – corrió indignado al verme - ¿Por qué? – preguntó, viendo ceñudo de Edward a mi.

- ¿Por que qué Em? – pregunté asomando la cabeza debajo del brazo de Edward.

- Destruiste a Teddy – dijo haciendo un puchero mientras me extendía el papel donde había estado dibujado el oso, que parecía perro raquítico con ojos de pescado, que Em había dibujado para mí.

Yo mire nerviosa del dibujo arrugado al resto de mi familia que se había aglomerado en la puerta para observar la pelea.

- Oh, Emmet. Lo siento tanto… no sabía dónde estaba…

- Justo a esto – dijo Carlisle entregandole a Ed su celular.

- Y esto – dijo Andrew, extendiéndome algunos files y la laptop toda destrozada.

Todos comenzaron a ver de Edward a mí, y luego a las cosas que yacían todas destrozadas.

El bochorno se hacía palpable a pesar de estar a inicios de invierno, y el silencio que envolvía ha los presentes en la sala tampoco ayudaba mucho a calmar mis nervios.

Edward, sentado a mi lado le sostenía la mirada a cada uno de los presentes para luego detenerse en mi padre que no cesaba en dar vueltas a un lado de la estancia.

Yo no me atreví a mirarlos por miedo a encontrarme con la reprobación en sus miradas.

Las manecillas del reloj avanzaban a un ritmo insoportablemente lento, para cuando una cálida brisa se abrió paso por la ventada de la terraza que aún seguía abierta, logrando estremecerme. Ed a mi lado se giró a verme y me dio un cálido apretón tratando de infundirme seguridad, mientras un amago de sonrisa se extendía por mi rostro al ver como reposaban en mi regazo nuestras manos unidas.

- ¿Y bien? – preguntó Reneé moviéndose ansiosa sentada al lado de Esme.

-¿Si? – mi voz salió muy débil, como para que la hayan podido oír.

- ¡POR QUÉ NO ME LO DIJISTE ISABELLA! – gritó Charlie sobresaltándonos a todos. Yo instintivamente escondí la cara en el hombro de Edward.

- ¡Charlie!

-No Reneé, déjalo – pidió Ed.

- Si Reneé, no te metas – dijo Andrew ganándose un coscorrón por parte de Leanne - ¡Auch! ¿Y ahora qué hice?

- Tú no te metas… - dijo esta seria.

- Charlie – volvió a llamar Edward – yo lamento que te hayas tenido que enterar de esta manera…

- Yo te la confié Edward – lo cortó mi papá molesto – y tú no fuiste capaz de decirme nada…

- Esto sucedió sin que nos diéramos cuenta – Ed se levantó y todos se giraron a verlo en el momento en el que trató de avanzar hacia Charlie que estaba en el medio de la sala.

- Papá basta – le espeté, parándome al lado de Edward para que ya no avanzara– no puedo creer que hayas armado todo este escándalo sólo por esto… - el abrió y cerró la boca al ver que me estaba comenzando a enfadar – involucrar a Carlisle, Emmet, hasta tío Andrew…

- Belli–bells, a mi me obligó Leanne, no Charlie – rodé los ojos al escuchar a tío Andrew interrumpirme.

- Comos sea – suspiré – papi, aún no entiendo el porqué de toda esto… y mamá… ¿tú también? Yo pensé que estarías de mi lado…

- A mi no me metas en el mismo costal mi cielo, yo vine aquí por otros motivos… - dijo Reneé de lo más tranquila.

- ¿Tía Leanne? - pregunté a la otra.

- Yo ni siquiera sé de qué va la cosa mi reina… - dijo ella.

- ¿Esme? – volví a preguntar.

- Nosotras estamos aquí por otro motivo cariño – respondió ella.

Giré a ver a Alice que se encontraba sentada en el suelo junto a Emmet, ambos tan confundidos como yo. Em se aburrió de ver del uno al otro y se entretuvo alisando el papel en donde había estado dibujado Teddy, mientras Alice a su lado se encontraba enfurruñada.

- Alice…

-Haber… yo sólo sé que ellas los han amenazado para que no digan el no sé qué, que ellas tienen planeado decirnos no sé cuándo. Pero Charlie se les adelantó al querer cometer un homicidio, y Reneé vino a detenerlo… ¿o me equivoco? – le preguntó a mi mamá a lo cuál ella sólo negó.

- Emmet…

- Yo no he hecho nada… - dijo el aludido.

- Emmet… - volví a repetir entre dientes al recordar lo que había escuchado de la boca de mi padre momentos antes.

- ¿Si Bella?

- ¿No tienes nada que decir? – pregunté.

- No – respondió, mientras seguía alisando su papel.

- Niega todo lo que te diga hijo – dijo Andrew parándose detrás de Em.

- ¿Tú no tienes nada que ver en el hecho de que mi papá quiera matar al amor de mi vida? – pregunté, ganándome un gruñido por parte de Charlie.

- Bueno… talvez – dijo Em entretenido en las arrugas de su camisa.

- ¡Mala movida! ¡mala movida! – comenzó a decir mi Andrew, entretenido en uno de los documentos que sostenía.

- ¿Tal vez? – repetí mientras me arremangaba la blusa.

- Dale la razón… ellas siempre tienen la razón – tosió tío Andrew.

- Si… talvez – dijo riendo – talvez se me escapó por ahí, no recuerdo Bella, tú sabes que tengo la memoria frágil. Y es tu culpa por todos los golpes que me has dado. El doctor te dijo: "No le pegues en la cabeza"…

- Emmet… - di dos pasos hacia él, comenzando a perder los estribos.

- Callado te defiendes mejor – masculló tío Andrew - Ahora arrodíllate y implora perdón – volvió a toser tío Andrew.

- ¿Si Bella? – dijo comenzando a levantarse para huir al ver que me le iba a tirar encima - espera – estaba a tan sólo unos pasos de él – espera –volvió a repetir- a mi favor puedo decir que yo pensé que Charlie no armaría tanto escándalo… después de todo, se llevaban bien… - dijo alzando las manos en son de paz.

- Bella, deja al muchacho en paz – pidió Charlie, para cuando Edward me pudo alejar de Emmet, al ver que estaba por tirármele en su encima.

- Pero papá – dije haciendo un puchero al ver que no podría soltarme del férreo agarre de Edward.

- No puedo prohibirte que salgas con ese granuja – Edward se tensó al escuchar las palabras de Charlie – pero si pudiera, no te imaginas lo que…

- ¡Charlie!…

- Si, si, ya sé Reneé... esperaba que no volvieras a cometer el mismo error dos veces hija.

- ¿Dos veces? – preguntó Edward confuso – Yo… ¿En serio? ¿Cuándo? –todos se giraron a verlo sin comprender.

- ¿Qué le has visto Bella? – dijo Charlie – es voluble, engreído, pedante, orgulloso, inmaduro…

- Ya va Charlie, ya entendimos – dijo un ceñudo Edward algo avergonzado.

- Papa, yo lo amo, el me ama y para mí eso es suficiente.

- ¡Pero ya te dejó una vez! Quien quita que no lo vuelva a hacer… - dijo frustrado.

- Qué… - "¡Qué dijo exactamente!" pensé - ¿¡De quién estas hablando! – vacilé, cuando sentí a Edward tensarse a mi lado.

- De Jacob, tu noviecito – escupió las palabras.

- Jacob – repitió Edward entre dientes.

- ¡Claro! ¿Qué otro novio tienes? – rodó los ojos – Bella, sé que eres lo suficientemente madura para tomar tus propias decisiones, ¿pero no podrías reconsiderarlas?, hazlo por el viejo de tu padre, que te adora y no te quiere ver sufrir.

- ¡Charlie, basta! Son demasiadas tonterías juntas… - exclamó Reneé furiosa.

- Jacob – volvió a mascullar un Edward ausente.

- Pensé que tú estarías de mi lado Edward, no que terminarías formando parte de su club de fans – dijo Charlie, señalando a mi madre, Esme y Leanne.

- ¡Eso jamás! – dijo el aludido molesto.

- Pero si tu dijiste… - Charlie comenzó a rascarse la cabeza confuso - ¿qué rayos tienen todos hoy? – preguntó exasperado.

Yo aún no recuperaba el habla, miraba de mi padre a Edward, tratando de adivinar quién estaba más consternado que el otro.

"¡Dios! ¡Qué confusión! Por un momento pensé que nos habían descubierto…" pensé.

Mi madre había emprendido una serie de reclamos hacia Charlie, mientras Edward arrastraba los pies hasta el mueble más cercano y se derrumbaba en este mientras soltaba una retahílas de maldiciones contra Jacob.

Emmet por su parte se acercó a Edwrd para brindarle su apoyo.

- Estuvimos así de cerca de librarnos del chucho – dijo sentándose a su lado.

- No contaron con Reneé – dijo Alice sentándose a los pies de Emmet – por qué simplemente no lo dicen y ya – preguntó, cuando me senté al lado de Edward.

- No es el momento Alice – dije cabizbaja – aún no he hablado con él – Alice nos miro ceñuda por un momento, para luego comenzar a sonreír.

- Sé que es mucho pedir, pero traten de hacer las cosas en orden…

- ¿De qué están hablando? – preguntó Emmet confundido.

- ¡De nada! – dijimos los tres a la vez.

- Lo siento – susurré, para que sólo Ed pudiera escuchar.

- No tienes que disculpare mi cielo – respondió él en mi oreja – ya tendremos la oportunidad de aclarar las cosas… - sonrió – sólo espero estar preparado para esquivar las balas de tu padre…

- Edward – rodé los ojos.

- ¿Y ustedes qué se traen? – dijo Emmet ceñudo, levantándose de su sitio – muévete – le ordenó a Edward - ¡muévete! – dijo empujándolo para sentarse en medio de ambos – así esta mejor – sonrió radiante mientras pasaba un brazo por mi hombro.

- Pero Reneé – se quejó Charlie.

- Hazlo – dijo ella tajante.

Vi cómo mi Charlie se acercaba a nosotros seguido de una Reneé muy satisfecha de si misma.

- Bella… - llamó avergonzado.

Todos los presentes en al sala guardaron silencio para escuchar lo que tenía pensado decir.

- Sólo dilo – lo empujó Reneé.

- Lo siento…

- ¿Qué más? – preguntó Reneé.

- Prometo no meterme en tu relación con el gra… con Jacob – susurró en un hilo de voz, que si no fuera porque lo tenía relativamente cerca, no hubiera podido escucharlo.

- Así no cuenta Charlie – sonrió Reneé.

- Prometo no meterme con tu novio, ni hacer nada que afecte su integridad física… - dijo molesto - ¿contenta? – preguntó girándose a mirar a una radiante Reneé que sólo asintió.

- A eso le llamo tener el control – agregó Andrew.

- Andrew amor… cállate – dijo Leanne.

- Si mi diosa – dijo el aludido. Rompiendo con la tensión que nos había estado envolviendo.

- ¿Y ahora qué esperamos? ¡Tengo hambre! – volvió a exclamar Emmet por enésima vez.

- ¿No nos lo pueden decir y ya? – pidió Alice moviéndose impaciente en su sitio.

- Lo siento querida – dijo Esme – falta que llegue el resto.

- ¡Oh por Dios! Ya díganselo que ambos me están comenzando a desesperar… - pedí cansada.

- ¡Tengo hambre! – volvió a exclamar Emmet.

- Ya lo sabemos – dijo Ed malhumorado.

- Paciencia chicos – dijo Reneé sonriendo – Em, cielo, creo que tengo una barra de chocolate en mi bolso – comentó Reneé rebuscando en su bolso, para cuando Em corrió a tomarlo de sus manos.

- ¡Chocolate! – exclamó Em emocionado, haciendo que todos rodáramos los ojos.

- ¿Todo bien? – le pregunté a Ed, sentándome en el sitio que Em había dejado vacío.

- Si, supongo… - dijo él.

- Edward…

- No me malinterpretes mi Bella, es sólo que me gustaría poder besarte, y decir a los cuatro vientos que te amo con locura – sonreí por sus palabras – ya sabes, no me gusta aparentar… -susurró.

- Lo sé… - suspiré – pero no sería justo para…

- Jacob – masculló.

- Sí, Jacob…

- Hey, tórtolos – dijo Alice llamando nuestra atención - ¿no tienen nada que decir?

- ¿Algo cómo qué? – preguntó Ed viéndose más divertido cuando el pequeño demonio comenzó a alzar sus puñitos.

- Eres grandiosa, maravillosa, la mejor de todas… - dijo él.

- Gracias Alice – dijimos los dos a la vez.

- Lo sé, lo sé – dijo restándole importancia con sus manitas – ahora… sólo por si acaso – mencionó sentándose en medio de ambos – una no se puede fiar de sus hormonas…

- ¡Te dije que cerraras el hocico perro! – exclamó Rosalie furiosa desde el otro lado de la puerta.

- ¡Vamos! Yo sé que te dio risa… - escuchamos que dijo Jake.

- Algunos deberían tener el ingreso restringido a esta empresa – masculló Rosalie entrando por la puerta, para detenerse en el acto al ver a toda la gente reunida.

- Esta chica me agrada – dijo Charlie acercándose a estrecharla en un caluroso abrazo - ¿y este muchacho? – preguntó pasando de largo a Jacob para acercarse a Jazper.

- Él es mi Jazper – explicó Alice sonriendo al ver que Charlie se comenzaba a sonrojar, recordando su anterior conversación – mucho gusto muchacho – dijo azorado.

- Charlie – dijo Jacob acercándose a saludarlo con la mano extendida.

- Si quieres tener tus miembros completos, yo que tú no haría eso – dijo Andrew riendo.

- Charlie, ya sabes – le recordó Reneé.

- Jacob – dijo Chalie, estrechando su mano y Jake reía algo nervioso.

- Charlie – dijo ahora más nervioso – señor… mi mano – señaló sus manos que aún seguían estrechadas.

- Este muchacho tiene los huesos tan duros como una piedra – escuché que dijo Charlie para cuando se fue a sentar junto a Reneé.

- Muy bien familia – dijo una de las tres mujeres paradas al centro de mi oficina.

- Hasta que por fin – suspiró Alice, sentada en las piernas de Jazper.

- ¿De qué va todo esto mi amor? – preguntó Jacob sentado a mi lado. Yo sólo me encogí de hombros algo incómoda por su cercanía.

- Chicos, presten atención…

- Si Leanne – dijimos todos a coro.

- Bien… ¿cuánto tiempo a pasado después del último viaje decente que tuvimos? – preguntó Reneé.

- A cual te refieres – respondió Alice alzando la mano – ese en el que nos terminaron echando del hotel porque Emmet se las arregló para producir un apagón general en toda la manzana, o en el viaje a Hawai en el que nos la pasamos casi todo el tiempo en el hospital ya que Bella pasó de un estado de intoxicación a uno de delirio después de haber tragado ese potaje extraño que resultó tener alucinógenos…

- Gracias Alice, ya había olvidado ese incidente – dije entre dientes, mientras Ed a mi otro lado comenzaba a reír.

- Alie, dijimos vacacione decentes mi cielo… - nos cortó Esme cuando vio que planeábamos una nueva discusión.

- Sabemos que pensar en viajes que no involucren accidentes, visitas a cárceles o hospitales es algo difícil – suspiró Leanne mirando de Em a Andrew – pero esta vez hemos tomado las precauciones necesarias – agregó radiante.

- Eso quiere decir que te vas a tener que quedar aquí Emmet – dijo Jacob riendo socarronamente.

- ¿Un viaje? ¿Faltando poco para navidad? ¿En serio? – dije yo, después de haberle dado a Jake un fuerte coscorrón para que se callara.

- ¡Sí! – exclamó emocionada Reneé – y nos vamos mañana…

- ¿¡Mañana! – dijimos todos a la vez.

- Nosotros tenemos que trabajar – dije como excusa.

"Necesitaba tiempo para hablar con Jake, y ahora nuestras queridas familias venían a complicar las cosas" pensé.

- Carlisle – dijo Esme mirándolo seria.

- Bella, hija… las chicas vienen planeando esto durante algún tiempo, así que me aseguré de cancelar sus citas durante toda una semana. Incluyendo las tuyas Jazper – dijo dándonos una mirada apenada.

- ¿Una semana? ¿Eso quiere decir que pasaremos ahí la navidad?– preguntó Alice – ¡ni siquiera tuve tiempo de ir de compras! – exclamó histérica.

- ¡Yo no tengo problema! – exclamó Jacob feliz.

- ¿Quién dijo que tú irías? – mascullaron Ed y Charlie a la vez.

- Edward – lo reprendió Esme.

- Charlie – dijimos Reneé y yo a la vez.

- Todos van a ir – ordenó tía Leanne – Rose, hija, tienes algún problema con eso… - se giró a mirar a Rose con sumo cariño. Ambas habían congeniado ni bien se conocieron.

- No Leanne, hoy mismo llamo a mi manager…

- ¿Jazper? – preguntó.

- Yo voy a donde Alice vaya – dijo él de lo más tranquilo.

- ¡Genial! – exclamó emocionada Reneé – entonces está todo dicho.

- ¿Preguntas? – dijo Esme.

- ¿A dónde se supone que vamos a ir? – dijo Jazper alzando la mano.

- ¡Meribel! – exclamaron las tres emocionadas.

No habían pasado ni dos segundos desde que mamá y las tías se habían puesto hablar sobre la maravillosa vista de Meribel, del hermoso chalet que habían alquilado y todos los planes que tenían programados para esta larga semana, cuando fui arrastrada fuera de la oficina por una histérica Alice y una divertida Rose.

- Alice… Alice detente – pedí – puedo caminar por mi misma.

- ¿A dónde se supone que vamos? – dijo Rose.

- ¿No es obvio?... de compras – dijo el pequeño demonio mirando su reloj de cartier – van a ser las 6, así que tenemos 4 horas para comprar todo antes que las tiendas empiecen a cerrar.

- ¿Compras? ¿Ahora? – gemí.

- Necesitamos ropa para no desentonar con el lugar, zapatos que hagan juego – comenzó a enumerar, mientras me arrastraba por el hall hacia el ascensor – y los regalos de navidad. ¡Vestidos! ¡Necesitamos vestidos! ¿Sólo pasaremos navidad allá verdad? ¿Regresaremos para año nuevo? – Rose y yo asentimos – bien, eso es un juego de ropa menos… apúrate Bella – dijo empujándome dentro del ascensor.

- Deja a mi novia Alice – gritó Jacob acercándose a donde estábamos paradas.

- No te metas chucho – dijo Alice apretando los botones para que la puerta se cerrara.

- Ella no quiere ir – dijo Jacob poniendo una mano para que no se cerrara la puerta.

- ¡Muévete o te muevo! – amenazó el pequeño demonio – te lo advertí – dijo para cuando Jake no le hizo caso.

- No Alice, déjalo – pedí yo sosteniéndola de un brazo – voy a ir contigo…

- Bella… - dijo Jacob malhumorado – quería hablar contigo.

- Ya mañana será – dije yo.

- Paso por ti para ir a la casa de los Cullen – dijo para cuando la puerta empezó a cerrarse. A espaldas de él pude vislumbrar a Edward que venía de la mano con Esme.

- ¿A dónde vas? – escuché que gritó, pero el aparato ya había empezado a descender.

"4 horas y 36 minutos caminando de tienda en tienda
2 casacas, 3 chompas, 5 blusas, 6 polos, 7 sweaters.
9 pantalones gruesos, 3 buzos.
7 conjuntos de lencería excesivamente provocativas
3 vestidos hermosísimos, 2 de ellos innecesarios
Regalos para todos…

¿Qué olvido?

2 callos, juanetes o cómo los quieran llamar. La cosa es que no creo que pueda caminar en días.
3 llamadas de Jacob.
19 llamadas del amor de vida, Edward"…

Y la lista seguía interminable para cuando nos sentamos a descansar en una de las cafeterías del "bendito" centro comercial.

"¿Cuántas tiendas nos faltaban por ver?
No lo sé"…

Por lo menos ya había pasado por la peor parte, después de que Alice le contara con lujo y detalle, lo ocurrido entre Edward y yo en la oficina. Y ahora heme aquí, sometida a un exhaustivo interrogatorio…

- Entonces déjame ver si entendí bien… - dijo Rose rascándose la quijada distraídamente – fueron a almorzar, tu secretaria se emborrachó, te cayó mal la comida – dijo enumerando con las dedos – se besaron en los baños, luego él se besó con tu secretaria…

- Ella lo besó – la interrumpí yo – y la comida no me cayó mal…

- Era comida para el perro, así que…

- Rose…

- Ya, sigamos… ¿en qué estaba?... a sí, para variar tú te amargaste con él, provocaste un accidente, terminaron en un hospital, saliste huyendo…

- Cómo lo pones parece tan trágico como una telenovela barata – comenté yo, pero ella tomo aire para continuar como si no hubiese sido interrumpida.

- El te siguió, por fin se te cayó la venda de los ojos, aceptaste que lo amabas y terminaron haciendo el amor en tu oficina…

- Sobre la silla de cuero que yo le regalé – puntualizó Alice dando brinquitos en su sitio.

- Creo que me perdí de algo – mencionó Rose ceñuda, mientras yo le daba un sorbo a mi café.

- En dónde entra la parte en la que le das una patada en el trasero al perro sarnoso ese – dijo ella.

- Aún no hablo con Jacob – murmuré – planeaba hacerlo en estos días, pero…

- ¿Pero? - ambas me instaron a seguir.

- El viaje. Él está emocionado con este viaje. Mis padres y el resto de la familia lo ven como mi novio. ¡Y Dios! ¡Estamos en vísperas de navidad!

- Uno no elige cuándo enamorarse Bella – señaló Alice.

- Bells, no lo digo sólo porque lo odie a muerte. Pero ni siquiera él chucho se merece que le ocultes esto – dijo Rose.

- Mientras más tiempo pase, es peor Bella – dijo Alice tomando mi mano que reposaba sobre la mesa.

- Lo sé…

Llegué a mi casa pasadas las 12 de la noche. Estaba exhausta después de tremenda jornada, pero sabía que tenía por delante una batalla campal con un par de maletas que reposaban al fondo de mi armario. Así que me resigné y decidí tomar una ducha rápida para relajar los músculos.

Encendí el estéreo dejando que la suave melodía de la nana que Edward compuso para mí me envolviera.

Comencé a quitarme la ropa conforme avanzaba por los pasillos de mi pent-house, pensando que era Edward quién lo hacía. "¡Dios, cómo amo a este hombre!" pensé al recordar sus suaves manos acariciar mi piel, quemándome a su paso.

Tuve que calmarme al ver que estaba dejando un reguero de ropa por donde avanzaba. Dándome más trabajo qué hacer para más tarde.

Llegué a mi ducha, y dejé que el agua comenzara a llenar la bañera conforme buscaba las sales y velas aromáticas.

"Bueno, qué les puedo decir…
Necesitaba que alguien me engriera
Y ya que no había quién se ofreciera
Tenía que hacerlo yo misma"

Vertí las sales en el agua, y coloqué algunas velas sobre el aparador que estaba al lado del espejo y otras rodeando el gran jacuzzi.

Me metí en la gigantesca tina provocando que varias burbujas se alzaran por el aire, y la fragancia a fresias frescas inundara mis sentidos, así que dejé que las sales comenzaran a obrar sobre mi piel.

Los minutos pasaban y comencé a sentirme más relajada conforme me perdía en mis recuerdos. Uno de ellos, el más cercano y placentero inundó mi mente, trayéndome el delicioso recuerdo de Edward haciéndome suya. Un frustrante deseo hizo su acto de presencia, quería volver a sentir al hombre que me provocaba estas cosas, a aquel que con su sólo recuerdo me ponía húmeda y caliente.

"Se supone que me tengo que relajar" pensé molesta conmigo misma.

Tengo un largo día por delante, y heme aquí, pensando en el hombre que me vuelve loca, y consiguiendo un palpitante dolor entre mis piernas.

"¡Maldición!" pensé. Cuando el deseo se hizo más insoportable.

Una de mis manos cobro vida propia y comenzó a masajear mis senos, que se encontraban húmedos y resbalosos por la mezcla del jabón con el agua. Dejé escapar un gemido por la deliciosa caricia, y dejé mi mente volar, imaginando que era Edward quien me tocaba.

Pellizqué y jalé mis pezones, estimulándome y mandando descargas a todo mi cuerpo. Pero quería más… una de mis manos abandonó mi seno para viajar hasta el inicio de mi pubis y comenzar a acariciar el escaso bello que había en ella. Otro gemido se escapó de mis labios, seguido por un gutural gruñido…

"Espera… ¡¿Qué?" pensé, abriendo los ojos de golpe y tragando agua por la impresión.

Edward estaba ahí, parado en la puerta del baño con los labios abiertos y los ojos dilatados por el deseo, mientras una gran tienda de campaña se alzaba en sus pantalones.

"¡Dios! ¡Dios! ¡Dios!"

- No te detengas por favor… - pidió con la voz ronca. Yo me perdí en sus ojos, tan hermosos y profundos, y sólo pude asentir a su pedido. "¿Acaso había algo que se le pudiera negar a Edward Cullen?" me pregunté.

Quise darle la mejor vista de todas, así que moví las velas que reposaban en una de las esquinas que daban a la pared y me levante despacio.

Un gemido gutural escapó de sus labios, mientras sus ojos no perdían ninguno de mis movimientos. Me quedé expuesta a él, con el cuerpo mojado, cubierta por el bajón, tan caliente y ansiosa por sentirlo dentro de mí. Sus ojos comenzaron a pasearse por mi cuerpo, pero ansié que fueran sus manos las que me estuvieran recorriendo.

Me senté en la esquina despejada, y comencé a pasar mis manos por mi cuello, arrastrando el jabón, pasando por mis pechos para detenerme en la base de estos. Los estrujé, los apreté y junté, para luego comenzar a jugar con mis pezones.

Edward comenzó a respirar pesadamente y se sostuvo del marco de la puerta con más fuerza de la necesaria. Sus nudillos se estaban poniendo blancos, y su excitación se hacía cada vez más visible.

Gemí recordando cómo se sentía tenerlo dentro de mí, y no pude resistir bajar una mano hasta mi centro para comenzar a masajear mi clítoris.

Ambos gemimos a la vez, y en esta ocasión Edward comenzó a desabrocharse el pantalón para mi. Ver su miembro expuesto, hizo que me mojara aún más si eso fuera posible.

- Tócate para mí bebe… - pidió al ver que me había detenido al ver a Edwarcito.

Hice lo que me dijo. Metí primero un dedo en mi vagina para comenzar a moverlo en círculos dentro de esta. La sensación era deliciosa, pero quería más… metí otro dedo y comencé a bombearme, mientras con la otra mano masajeaba mi pecho.

- Edward… - gemí su nombre.

- Mírame amor… mírame como me toco para ti – gruñó él.

Abrí los ojos que había mantenido cerrados por la ola de placer que me había envuelto, y vi a mi dios griego completamente desnudo, a tan sólo unos pies de la bañera. Su mano se paseaba por su miembro, duro e imponente, recorriéndolo desde la punta hasta la base, en un vaivén constante.

Gemí por la imagen, y esta vez mis dedos llegaron más adentro. Ambos íbamos al mismo ritmo. Imaginé que eran sus manos las que me tocaban y de mi boca se escaba constantemente su nombre.

Edward comenzó a masturbarse más rápido, y llevó la mano que tenía libre a mi centro, comenzando a estimular mi clítoris.

- Vamos amor, córrete para mi… -pidió.

Y mi cuerpo respondió al pedido de su dueño, produciendo una descarga eléctrica que me recorrió la espina dorsal, haciendo que me arqueara hacia él al sentir como la ola de calor iba en aumento, hasta explotar en mi centro.

Sus ágiles dedos siguieron estimulando ese punto lleno de terminaciones nerviosas, ampliando así la sensación de éxtasis, llevándome al cielo. Mientras un orgasmo abrumador me daba de lleno, haciendo que perdiera el sentido y mi cuerpo se convulsionara bajo su mano. Dejando salir su nombre por última vez.

- Bella… - dijo él acelerando los movimientos de su mano. Para venirse poco después que yo…

- Eso fue…

- Increíble – dijo él sentándose en la bañera, para luego colocarme entre sus piernas.

- ¿Te he dicho que me vuelves loco Swan? –susurró en mi oreja, mientras acomodaba mi espalda a su pecho y me rodeaba con sus brazos.

- Suelo tener ese efecto en las personas – respondí, mientras me giraba a verlo – ¿Te he dicho te que amo, Cullen? – sonreí.

- Muchas veces… - dijo pedante- pero yo te amo más…

- ¡Oh, cállate! – dije riendo, para cuando el me cayó con un beso. Gruñí en sus labios cuando sentí que bajaba la intensidad de este.

- Voy a bañarte – dijo riendo al ver mi ceño fruncido – gírate amor – pidió, y un nuevo sonrojo cubrió mis mejillas.

Comenzó a masajear mis hombros distraídamente, mientras hablábamos de la familia, las chicas, y los planes que tenían para este dichoso viaje.

- ¿Cómo estuvieron las compras? – preguntó distraídamente para cuando comenzó a masajear uno de mis senos.

- ¿Compras? – gemí, "¿había ido de compras?" – oh… Alice… compras… - dije removiéndome en mi sitio, cuando comenzó a masajear mi otro pecho.

- Si mi cielo, ¿qué compraste? – escuché que rió entre dientes, al ver el efecto que producía en mí.

- Compre… compre ropa…

- Eso es muy original… - comentó él distraído.

- Zapatos… también zapatos… - dije ahogadamente cuando sentí su mano acariciar mi pubis.

- ¿Qué más? – preguntó divertido.

- Edward… - me quejé.

- Responde… - ordenó.

- Un vestido… - cerré los ojos instintivamente cuando lo sentí masajear mi clítoris…

- ¿Uno? – preguntó pegando su cadera a la mía.

"¡Dios! Este hombres es un peligro para mi salud mental"… pensé al sentir su duro miembro apretarse en mi trasero.

- No… no… ¡tres!… - grité, cuando comenzó a mover su mano magistralmente.

- ¿Qué más? – gruñó en mi oreja, cuando introdujo un dedo en mi vagina.

- Edward… por favor… - grité cuando sentí que metió otro dedo en mi – lencería… ¡compramos lencería! – exclamé, sintiendo que el aire comenzaba a faltarme cuando aceleró el movimiento de sus dedos.

- ¿La modelarías para mí?...

- Si – dije ahogadamente – ¡sí! - grité

- Eso quería escuchar… - y me alzó para quedar sentada sobre él, entrando en mi con una sola estocada.

Mi cuerpo lo reconoció al instante, amoldándose a su forma.

Comencé a moverme sobre él, mientras Edward repartía besos por mi espalda, ayudándome a subir y bajar sobre él. Una de sus manos comenzó a estimular mi clítoris, mientras la otra masajeaba mis senos, endureciendo mis pezones mucho más.

Giré la cabeza en busca de sus labios, ansiosa de probar del manjar de su boca. Sedienta de su sabor lo besé, ahogando un gemido en sus labios cuando comenzó a penetrarme con más fuerza. Nuevos espasmos comenzaron a sacudir mi cuerpo mientras él aumentaba el ritmo, instándome a ir más rápido y profundo, hasta que ya no pude soportarlo más y me dejé envolver por el segundo orgasmo de la noche. Seguida momentos después por él…

- Te amo… - dijo besando mi cuello, para cuando recosté la cabeza en su hombro.

- Y yo a ti…


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