DESPERTANDO

Cuando se está enamorado, comienza uno por engañarse a sí mismo y acaba por engañar a los demás. Esto es lo que el mundo llama una novela.
Oscar Wilde



Eran las 7 de la mañana para cuando mi despertador comenzó a sonar.

"Maldito despertador".

Sentía que la cabeza me iba a explotar, en el resto de la noche sólo había podido conciliar el sueño hace tan sólo un par de horas, ya que estuve dando vueltas por mi departamento cómo una posesa tratando de despejar de mi mente los acontecimientos de mi tan entretenida noche.

"No, por favor, hoy no..."

Tenía que presentarme en la oficina a las 9 a.m. y yo seguía dando vueltas en la cama sin poder despejar mi mente. En todo este tiempo que había entrado a trabajar para la firma Cullen nunca había faltado al trabajo, todo lo contrario, había que sacarme a rastras de la oficina a la hora de cerrar. Pero hoy no…. Hoy no quería salir de mi departamento, mucho menos si tendría que verlo a él en el trabajo.

"Vamos, Bella, tú nunca le haz temido a las confrontaciones…"

Era verdad, no era de aquellas que huían cuando el barco se venía abajo, todo lo contrario, pero ahora era diferente, es de mi mejor amigo de quién estamos hablando.

"Ustedes decidieron olvidar lo ocurrido.
Bueno, tú lo decidiste… "

¿Cómo olvidar algo que había sido tan espectacular? No es que fuera inexperta en todo esto, algo de vida amorosa había tenido, pero siendo sincera, ninguno de mis novios (¡cómo si fueran muchos! ¬¬) me había besado de la manera en que él lo hizo… fue diferente.

Bien. La decisión está tomada, no iba a echar años de una amistad por la borda, sólo porque me sentía algo confundida.

"Creo que necesito un novio y comenzar a salir más…"
¡Sí claro!, cómo si eso funcionara…
Tal vez una ducha me ayude a despejar la mente.

Estaba lista a eso de las 8 de la mañana para irme a trabajar. Como no estaba con ganas de prepararme el desayuno, decidí pasar por Starbucks y comprarme un capucchino bien cargado, ya que no podía hacer nada contra las ojeras, tal vez podría hacer algo contra el sueño que amenazaba por tumbarme.

El edificio en el que trabajaba se encontraba en el centro mismo de NY. El complejo de 30 pisos era muy moderno y ostentoso, ya que durante la construcción no se había escatimado en los gastos para llevar a cabo semejante monumento, queriendo infundir a los clientes de la firma, alguna forma de seguridad y poderío, ¡y vaya que lo lograron!

Al llegar a mi estacionamiento privado pude ver que el carro de Edward aún no estaba. "Tal vez aún no llegue a trabajar" pensé mientras me dirigía a los ascensores.

Mi oficina quedaba en el 27° piso, frente a la oficina de Edward. Eran las dos únicas oficinas que se encontraban en ese piso y por tanto las más grandes y lujosas.

A veces me pregunto si Edward tuvo algo que ver para que yo pasara a ocupar esa oficina así de fácil. No es que subestime mi capacidad, pero pareciera que esa oficina hubiese sido hecha exclusivamente para mí y no cómo me había dicho don perfección: "es la última que queda Bella, ¡lo siento!".

Me encantaba ese lugar, la había amado desde el primer momento en que la vi. La pared de fondo eran lunas corredizas que daban para una pequeña terraza con una perfecta vista a la calle. Había un hermoso escritorio de cedro fino colocado en perfecto ángulo para que pueda ser fácil apreciar el Crepúsculo desde mi ubicación. En éste estaban colocados mis documentos, mi portátil y lo que más me encantó fue una foto de los tres de pequeños, en una de las tantas navidades que habíamos pasado juntos.

Las paredes estaban cubiertas por estanterías llenas de mis libros favoritos y otros abocados a mi carrera. Una de las esquinas parecía una pequeña sala, tenía un minibar, una mesa de centro rodeada de muebles negros con cojines rojos y blancos, dando a una gran pantalla plasma y un estéreo de último modelo.

Y en el otro extremo había un pequeño mini campo de golf.

"¡Cómo si yo supiera jugar eso!, creo que eso fue parte de una broma pesada".

La primera vez que lo vi, no podía creer todo lo que cupo en ese lugar, sólo faltaba la cama y ya estaba lista para mudarme y vivir permanentemente en mi oficina.

"Cómo si eso fuera posible…"

- Dra. Swan, buenos días – dijo Jessica, mi secretaria, al entrar en el lobby del piso.

Eran las 9 a.m. aproximadamente y ella ya se encontraba al teléfono cotilleando a más no poder. "Esa mujer no podía mantener la boca cerrada, se sabía la vida de todos" pensé.

Jessica Stanley era una chica bajita, de cabello castaño algo ondeado, tenía muy buena figura, pero poco cerebro en lo que respecta a los hombres, ya que se sabe, había estado saliendo con casi medio departamento de finanzas de la firma. Pero eso a mi no me importaba mientras ella sea eficiente a lo que respecta a su trabajo, y mientras no se metiera con mi amigo Edward todo estaría bien, ya que prefería mantener los dramas amorosos de éste fuera del trabajo.

Ya me había servido de experiencia el tener que estar despidiendo a secretaría tras secretaria, por el hecho de que estas señoritas terminaban creyéndose dueñas de la empresa sólo por mantener una relación amorosa con el jefe, y descuidaban su trabajo...

"Imagínense, yo teniendo que hacer el papel de secretaria, porque las señoritas se encontraban en Dios sabe donde con el otro jefe…
¡No!, No son celos, es simplemente que tomaba precauciones por él".

- Bueno días, Jessica – dije mientras le daba un sorbo a mi café y entraba a mi oficina, seguida de la menuda castaña. Jessica se mordió el labio demorando en contestar, seguro pensando por dónde empezar.

- Ya llegaron los papeles de traslado del Dr. Hale, que se hará cargo del despacho de Derecho Comercial; el Dr. Carlisle pidió que se le recordara organizar los últimos detalles para bienvenida del nuevo abogado junto al Dr. Edward – dijo eso mientras yo comenzaba a ojear los documentos que estaban sobre mi escritorio. ¿Hale…, de dónde había escuchado ese apellido? – llamó su madre y dejó dicho – Jessica miró su libreta de notas disimulando una pequeña risita, yo esperé lo peor – "Bella deberías haber aceptado la invitación de Charlie, y haber venido con nosotros a Miami, no sabes la cantidad de posibles yernos que estoy consiguiendo para ti, llámame hija, tengo muchos números que darte. Saludos para Ed y Em" – solté un bufido de frustración mientras me ponía de los mil colores y escondía mis encendidas mejillas tras mis manos. Reneé nunca cambiaría, ella siempre sería toda una adolescente encerrada en el cuerpo de una mujer adulta, gracias a Dios, me podía sentir segura ya que Charlie estaba cuidando de ella…

- Muy bien, ¿algo más? – pregunté ya queriendo librarme de Jessica.

- Sí, Señorita, Ángela vino a decirme que el Señor Edward se ha reportado enfermo y va a faltar hoy al trabajo – dijo esto tratando de adivinar en mi expresión qué estaba ocurriendo.

Era entendible, Edward nunca usaba a su secretaria o alguna otra persona para hacerme llegar recados, estábamos acostumbrados a saber dónde y qué estábamos haciendo el uno del otro en cualquier momento.

No pude dejar de sentirme mal… "¿estaba enfermo de verdad? ¿O sólo estaba fingiendo para no verme? ¡Oh, vamos! No puede enfermarse de la noche a la mañana".

Metida en mis pensamientos no me percaté en el momento en que Jessica salió de la oficina, ni siquiera supe cuánto tiempo estuve contemplando por mi ventana lo que parecía sería uno de los días más grises de este mes. "O era que acaso el cielo sólo estaba gris para mi, cómo representación de mi estado de ánimo".

Edward POV

¡Maldición!. Sentía que la cabeza me iba a explotar, estaba comenzando a entrar en pánico ya que no recordaba porqué había llegado a este estado.

"Vamos recuerda… ¿qué diablos estuviste haciendo ayer para que terminaras así? ¡Oh, mierda!"

Varias imágenes comenzaron a inundar mi mente… Emmet y yo con ese par de gemelas… Emmet y yo en el disco de Tyler… Emmet con una morena espectacular y yo con… ¡oh, no! , Una mujer espantosa hablándome de gatos… yo escondiéndome en el baño… yo llamando a Bella… esa tipa besándome a la fuerza en el baño… Bella viniendo a mi rescate… Bella y esa mujer gritándose cosas… Bella cayendo y yo…

- ¡Maldición, besé a Bella! – grité en medio de mi desesperación, y me vino otro terrible dolor de cabeza, más imágenes comenzaron a inundar mi mente.

"Ese beso… ¿por qué la besé?
Oh. Sí, claro, estaba con varios tragos encima y como la tenía tan cerca…"

¡NO!, No fue por eso. Cuando la tuve cerca, se veía preciosa… bueno, no es que ella sea fea. Vamos, soy hombre y todo, pero sé apreciar la belleza cuando la veo, así esté escondida. Pero en ese momento simplemente la vi diferente

"Talvez sólo te dejaste llevar…
Los tragos, Edward, fueron los tragos… "

No, de algo estaba completamente seguro, ese beso se sintió diferente, me había acelerado el corazón, enviándome descargas eléctricas a todas las células de mi cuerpo y por un momento perdí la noción del tiempo, sólo éramos Bella y yo, sólo ella y…

"Es de Bella de quién estás hablando imbécil…
¡Reacciona por Dios!"

Pero Bella es mujer, y cómo toda mujer tiene sus encantos, pero con la poca vida amorosa que tuvo, nunca imaginé que pudiera besar tan bien.

- Ahora tengo un motivo más para odiar a Jacob – dije y sin pensarlo gruñí al pronunciar su nombre mientras me volvía a agarrar la cabeza.

Jacob Black y yo nunca nos habíamos llevado bien. Ambos éramos eternos rivales desde la secundaria y digo desde la secundaria porque lo tuve que soportar hasta en la universidad, siempre andábamos compitiendo por ver quién era el primero en todo desde el momento que tuve la desgracia de conocerlo.

Bueno, pensándolo bien, no es que lo considerara competencia, pero el simple hecho de haberse fijado en Bella me había hecho detestarlo desde el primer momento en que lo vi.

El nunca estaría a la altura de Bella, de eso estuve siempre seguro. Aunque todos los esfuerzos que hice por alejarlo de ella fueron en vano. Ellos empezaron a salir estando en la universidad y aunque duraron mucho tiempo, tuvieron que terminar hace un año ya que éste perro se tuvo que ir al extranjero por negocios familiares, dejando a Bella destrozada tras su partida.

Sí, ese fue otro motivo más para detestarlo. Sé que Bella nunca pudo superar su partida a pesar que ellos siguen estando en contacto, ella aún lo extraña.

"Maldito Jacob, maldito yo, malditos tragos, maldito beso…
NO, maldito Beso, ¡NO! "

Me incorporé un poco hasta apoyarme en el respaldo del sofá, estaba recordando todo, hasta cosas que había hecho de todo por olvidar.

"Había salido corriendo tras de Bella después de ese pequeño incidente. Sí, de eso estaba completamente seguro".

Sí, creo que fue eso, pero luego tuvimos esa conversación. Lo recordaba todo, podía verla temblando de los nervios… "¿acaso ella también pudo sentir lo mismo que yo?. No, no lo creo… además, ni siquiera yo estoy seguro de lo que sentí… los tragos, Edward, fueron los efectos del trago…"

Pero luego nos dijimos todas esas cosas. Tuve miedo de que ella se alejara de mí, tuve miedo a perderla y no me detuve a pensar en lo que había pasado.

"Olvidemos lo que paso esta noche" esas habían sido exactamente sus palabras. Esas palabras que me habían lastimado sin quererlo. Pero ella tenía razón, ese beso no significaba nada. Y no tendría que volverse a repetir.

"No, nuestra amistad es más importante… "

Abrí lentamente los ojos tratando de reincorporarme completamente del sofá. ¿En qué momento me había quedado dormido en el piso de la sala de mi departamento? Había varias botellas regadas por todo el suelo, algunas estaban desparramadas sobre los muebles dejando grandes manchas sobre estos, gemí de frustración… esos muebles me encantaban, ahora tendría que desecharlos.

Tuve que reincorporarme con cuidado para no resbalar.

Después de mi entretenida noche no había podido pegar ojo y por ende había decidido emborracharme hasta quedar inconciente y vaya que lo había conseguido.

"Ahora sí que me metí en una buena… "

Sosteniéndome la cabeza me dirigí a la cocina, necesitaba agua y una que otra aspirina para pensar con claridad.

"A ver, Bella, ¿dónde las guardaste? "

Estaba seguro que Bella guardaba algunas aspirinas para casos como éstos en la gaveta de la cocina. Rebuscando entre algunos frascos las encontré, lo mejor sería que la llamara para decirle que no iría a trabajar…

"No, no debes, no sabes si sigue amarga contigo por lo de ayer.
Será mejor que le dejes un recado con Ángela."

Me sentí frustrado tras llegar a esta conclusión. No quería que las cosas cambiaran entre ambos, estaba tan acostumbrado a ella. "Maldita la hora en la que se te ocurrió ser tan impulsivo". En medio de muchas blasfemias, me dirigí en busca de mi teléfono para hacer algunas llamadas.

- Ángela, sí, soy Edward. Hazme el favor de cancelar todas las citas que tenga hoy – dejé escapar un bufido por lo que iba a decir – sí, y dile a Bella que hoy no me voy a presentar a trabajar.

"Listo, estaba hecho. Lo mejor sería darle su espacio durante algunos días o mejor algunas horas…"



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