LOVE ON FIRE

"Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo
o los locos son los demás"


Edward POV

"Respira Edward, sólo respira y cierra los ojos.
Y por lo que más quieras en este mundo, no los abras"

Me repetía exasperado una y otra vez intentando pensar con claridad sobre la sensual canción (N/A: la canción es "Bootylicious") que sonaba en la deteriorada radio de la estación de bomberos. "¡Es tu culpa! ¡Pudiste haberte negado, pero no! ¡Tenías que dejarte llevar por el imbécil de tu hermano!", resoplé reconociendo la voz de mi conciencia.

- Vamos Eddie, abre los ojos hermanito – pedía Emmet, riendo a carcajada viva. Cerré los puños sobre mis muslos, removiéndome inquieto en la silla. Y ahí estada de nuevo, los nervios… "No, no por favor", pensé sintiéndome inquieto a la vez que me aferraba con todas mis fuerzas a los posa-brazos de la silla para cuando mis manos se empezaron a mover por si solas. "Respira, respira y no pienses en nada", me repetí intentando controlar mis acciones.

- ¡Emmet!... Ya ponte los malditos pantalones y deja de joder al pobre de Edward – la voz de Carlisle se alzó por los aires a la vez que la música se apagaba de golpe. "Gracias Señor", suspiré estando a punto de ceder.

- Pero Carlie, yo sólo lo estoy ayudando con su problemita – lo escuché quejarse fastidiado.

- Cierra el maldito pico – gruñí abriendo los ojos indignado, encontrándome para mi desgracia con una escena grotesca cortesía Emmet. Mi hermano me seguía moviendo el culo a pocos centímetros de la cara mientras se agarraba los pechos haciendo alusión a una bailarina barata, a pesar de que ya no había música.- eres un imbécil – dije tirándome sobre él a golpes – ¡así no funciona! – grité sobre las risas de los otros bomberos.

- ¡Pero te puse nervioso! – gritó Em entre risa y risa, tratando de esquivar mis golpes – ¿a que estuviste a punto de meterme mano Eddie? – preguntó haciéndome crujir los dientes.

- Cállate – gruñí fastidiado.

- ¡Ustedes dos, ya basta! – la voz de Carlisle resonó con autoridad deteniendo todo este juego.- hablaré con ustedes dos luego – dijo intentando ocultar una sonrisa infructuosamente – todavía están a prueba….

- ¡Genial! – dije sarcástico, perdiendo las pocas esperanzas de que me botaran de ese lugar ése mismo día. "Bueno, talvez cometas un error y mueras carbonizado en el siguiente incendio", me animó mi conciencia para cuando la alarma de incendios comenzó a sonar.

- ¡Muévanse! – gritó Carlisle deslizándose con elegancia por el tubo.

- ¡Mierda! – exclamó mi hermano buscando sus pantalones.

- Apúrate Em – gruñí poniéndome mi saco y tirándome por el tubo tras mi padre.

La adrenalina se encendió como pólvora en mis venas quemándome con anticipación. Era éste el motivo por el cual me sedujo la idea de unirme al cuerpo de bomberos como voluntario – a pesar de que la idea haya surgido de Emmet -, la gama de emociones que producían en mí las llamadas de auxilio apagaban todo problema o estrés de la vida diaria. Claro, incluyendo hasta los que me acarreaba a diario el síndrome con el cuál había tenido que convivir desde pequeño. "Estúpido Tourette", pensé subiendo al camión de bomberos.

- ¡Maldición Emmet! ¡Vístete! – grité avergonzado cuando lo vi colgarse del camión en marcha, vistiendo sólo sus bóxers, botas y casco.


Bella POV

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

- ¡Perro del demonio! – grité furiosa, pero me arrepentí al instante cuando sentí entrar el humo a mis pulmones. Tosí convulsivamente maldiciendo por lo bajo a mi estúpido perro cuando me empecé a asfixiar por la densa humareda que cubría toda la casa y se colaba por las ventanas - ¡Jacob, si no apareces ahora mismo, cuando te encuentre te voy a castrar! –hablé cubriéndome la boca con un trapo húmedo, avanzando a gachas en medio de ese infierno - ¡te atrapé! – exclamé triunfante, lanzándome sobre el perro afeminado que se escondía bajo la mesa. "Muy mala idea", pensé viendo que me sería imposible sacarlo de ese lugar

- ¿Para qué necesito de un hombre si tengo a un perro? – Repetí a regañadientes la frase que solía decir cada vez que buscaba evadir las citas a ciegas que me arreglaban mis dos mejores amigas – para esto lo necesitas Bella… - dije dando por perdida mi lucha contra el siberiano que gimoteaba asustado.

- Hazme un espacio Jake – pedí cansada, metiéndome a su lado cuando el microondas se prendió en llamas y salió expelido por los aires.

Maldecí angustiada, abrasándome a un perro que no dejaba de gimotear y aullar ansioso.

El primer día en que despierto optimista y decido estrenar la cocina de mi nueva casa, termino incendiando parte de la primera planta. ¡Genial!.

- Esto es lo único que me faltaba para cerrar el año con broche de oro – bufé por la perspectiva de morir atrapada en una cocina en llamas – moriré abrasando a un perro que le falta un huevo y sin haber tenido un buen polvo en meses. ¡Genial, genial, genial! –exclamé frustrada, viendo cómo las cortinas que cubrían las ventanas se consumían por completo – ¡Ay! Esas me gustaban…- dije exasperada para cuando una nueva explosión resonó en todo el lugar.

Jacob empezó a ladrar a mi lado cuando de la nada un magnífico espécimen de hombre se abrió paso a través de la puerta a medio consumir.

- ¿Esto es el cielo o el infierno? – susurré creyéndome muerta al ver semejante dios frente a mí. – ¡al diablo!, para lo que no importa… - dije comiéndolo con la mirada cuando éste ángel hecho hombre se arrodilló frente a mí.

- ¿Esta bien señorita? – preguntó mi ángel con las mejillas arreboladas.

- Tienes la manguera más grande que he visto en mi vida – dije sin pensarlo. Una sonara carcajada resonó tras mis palabras sacándome del ensimismamiento. Un hombre corpulento y con mazo en mano, se había abierto paso a través de la pared.

- Emmet, la puerta ya estaba abierta… - masculló el ángel volviendo a captar mi atención. El tal Emmet no estaba nada mal, pero prefería al cobrizo arrodillado frente a mí.

- Parece que tienes una admiradora, mi querido Eddie – dijo el que se llamaba Emmet riéndose ambos.

- Debí tomar mis pastillas – me reprendí con el ceño fruncido mirando al suelo fastidiada.

- ¿Cóm-mo dic-ce s-señor-rita? – tartamudeó el futuro padre de mis hijos frente a mí, bastante nervioso diría yo.

- Dije que debí tomar mis… ¡Aish! No importa… - me agaché a tomar la correa de Jake para calmarlo al ver que no dejaba de gruñir a quien sería pronto su futuro dueño – y por cierto, dime Bella… - comenté sonriéndole más confiada, al ver que Jake había cedido a permanecer quieto.

- B-bella – susurró el ángel nervioso cuando sus manos volaron a mis senos, y se quedaron ahí, agarrándolos – y-yo s-soy Ed-dward…

- Mucho… gusto… Edgard – dije viendo que aún no soltaba su presa.- ¿siempre saludas así? – pregunté intrigada pero no molesta. La sonora carcajada de Emmet coreó mis palabras.

- Lo siento – susurró mi bombero sexy retirando sus manos cohibido – es un problema… un… yo… - dijo meciéndose el pelo nervioso…

-Si eso te ayuda, no tengo problemas – dije tomando sus manos y poniéndolas en donde habían estado momentos antes.

-Gracias – susurró avergonzado, pero con una perfecta sonrisa coronando su hermoso rostro.

- Si no le vas a pedir su número y una cita, mejor sácala de aquí - pidió Emmet apagando las llamas con una peculiar manguera bajo el brazo.

- Una cita suena bien – dije encogiéndome de hombros. Edward me sonrió radiante y me tomó en brazos.

- Entonces, una cita será – dijo sacándome de ese infierno.

"¡Genial! Debo arriesgarme a cocinar más seguido"

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