THE HUSH-MONEY

"Procurando lo mejor, a menudo estropeamos lo que esta bien".


Edward POV
"¿Cuánto tiempo ha pasado?
¿Qué día estamos hoy?
¿Importa?
No"

Doy vueltas entre las sábanas tratando de espantar las pesadillas. Quiero gritar pero no puedo, mi voz se ha ido junto con ella. Otro día más en que una agonía devastadora me consume.

"¿Por qué me dejaste?
¿Por qué ya no te siento más?
¿Por qué ahora que descubro que te amo me abandonas al dolor?
Si… te amo…"

Huyo de los recuerdos porque estos lastiman, abren más heridas supurantes en mi destrozado corazón. He perdido el alma y la vida en un instante… ¿Cómo pretenden que siga viviendo con mi alma en la tumba?... No, no puedo… ¡Oh Dios! ¡Qué destino más insufrible me ha tocado vivir!... No lo quiero… ¡no!

No puedo hablar de ti sin que la voz se me haga trizas, no puedo pensar en ti sin que este doliente corazón se suma más en las sombras. No puedo ni quiero concebir un mundo en el que no existas… ¡¿Por qué?... ¡¿por qué me dejaste solo en este abismo de dolor?...

¿Dónde estás?... ¿A dónde has ido alma mía?... ¡Regresa!... ¡Vuélveme loco!... Pero no me dejes seguir muriendo en vida. Desespérame, atorméntame, regáñame, pero regresa… regresa en cualquier forma

"No importa cómo ni cuándo, pero regresa a mí…
Te necesito…"

Culpo al destino por haberme alejado de ti, me culpo a mí por haber traicionado a mi corazón. Me odio y me detesto por haber dudado. No fue confusión, fue estupidez…

"¿Para qué he de vivir si tú ya no estas aquí?
El mundo no tiene sentido…
La vida ha dejado de importar…
¿Luchar?... ¿Para qué?"

-Amor, ¿ya estás despierto? – escucho la voz de Ángela a mis espaldas pero no me giro a verla. La siento acariciar mis cabellos tratando de reconfortarme pero es imposible. Me duele mirarla día a día, pues no hace más que recordarme a… ella.

-¿Sigue sin hablar? – la voz de mi madre sonaba cargada de pena desde algún lugar en mi habitación.

- Sí… - la escucho susurrar mientras se levanta de la cama.

-Edward, cariño… háblanos por favor – Esme ya no puede contener el llanto y la desesperación de estar perdiendo a otro hijo. Pero no puedo hacer nada por reconfortarla, las sombras son más fuertes que yo - Edward, hijo… - ruega con lágrimas en los ojos reteniendo mi rostro entre sus manos.

No quiero ver a mi madre sufrir, pero abandonarme a las sombras es más fácil…


"Otro día más…"

Los minutos pasan dolorosamente, pero… ¿cuánto tiempo ha pasado en realidad?... Recuerdo a las personas ir y venir por la casa, siempre hablando de ella, pero nunca diciendo algo que valga la pena escuchar…

La creen muerta… lo sé… pero me niego a aceptarlo.

Los escucho llorar por ella y sentir pena por mí, creyendo que no los entiendo pero soy consciente de que sus mentiras no hacen más que lastimar… siempre es lo mismo.

-Edward… - la suave voz de mi madre me llama desde las sombras. La miro, otra vez esta llorando. No me gusta verla así.- vamos cariño, tenemos que cambiarte – trato de levantarme pero vuelvo a caer en cama, tengo los músculos agarrotados. Esme intenta ayudarme pero el llanto que convulsiona su cuerpo no la deja ir más allá. La veo derrumbarse frente a mí… y quiero consolarla…

"¿Luchar?
¿Vale la pena?
Las sombras se están disipando pero el dolor sigue presente…
Y duele… duele mucho".

Veo a mi madre llorando en mi pecho. Desespero al verla sufrir. "Si tan sólo…", pienso queriendo acariciarla.

"Las sombras están dejando de ser, pero el dolor es permanente.
Duele… pero creo que puedo".

Caminando a ciegas en este eterno anochecer encontré un motivo por el cual luchar. Me obligué a reaccionar, a comenzar a controlar mis movimientos. Me obligué a sentir y dejarme sentir, pero mientras más luchaba el dolor arremetía contra mí con más fuerza...

Podía sentir las gotas de sudor recorriendo mi frente por el esfuerzo, las manos me escocían empezando a reaccionar, mi respiración se volvió errática…

-¡Edward! - la voz de mi madre se alzó por los aires asustada. Mi cara estaba contorsionada por el esfuerzo y el dolor. Esme lo notó – hijo… ¿qué te duele? – preguntó angustiada- ¡Carlisle!... ¡Carlisle, ven! – empezó a gritar a voz en cuello.

"Edward…"

Su dulce voz me dejo sin aliento por una fracción de segundo antes de que el mar de sombras volviera a revolcarme entre sus aguas. Devastado, había estado luchando contra los recuerdos tratando de no pensar en ella, pero era imposible, ¿cómo luchar contra ti mismo, y esperar salir victorioso?. Desesperado, su voz no había hecho más que revivir la agonía de su ausencia.

"No te rindas Edward… lucha", pidió mi ángel ausente, empezando a perder fuerza.

"Y ahí estaba de nuevo", pensé comenzando a llorar como un niño, abriéndome paso en medio del dolor… "Regresa", rogué empezando a vivir incompleto, cuando el eco de su voz se apagó por completo.

Empecé a acariciar el rostro de mi madre distraído, secando las lágrimas a su paso pero metido en el recuerdo de su voz. Un grito ahogado escapó de sus labios haciéndome mirarla intrigado. Esme lloraba sorprendida. Sostuve su hermoso rostro entre mis manos y negué silenciosamente pidiéndole que ya no llorara más.

-¡Oh cariño! – exclamó fundiéndonos en un abrazo – mi niño… mi precioso niño… - murmuraba a través del llanto.

Besé sus cabellos mientras le acariciaba la espalda intentando calmarla. Me sentía extraño… "¿era posible estar muerto y seguir respirando?"... Alejé esos pensamientos e intenté concentrarme en la mujer que lloraba entre mis brazos.

La puerta se abrió de golpe dándome la imagen de mi padre demacrado y ojeroso vistiendo de negro. Lo miré extrañado, llevaba tiempo sin verlo realmente y parecía que hubiese envejecido demasiado en cuestión de días. "No había pasado mucho tiempo, ¿verdad?", pensé arrugando el entrecejo, repasando mi habitación en busca de algo que me diera la razón.

-¡Hijo! – dijo corriendo a abrasarnos a Esme y a mí. Una sonrisa de alivio se extendió por su rostro y pareció rejuvenecer.

"¿Cuánto tiempo he estado en cama?", pensé nervioso.

-Calma Ed – inquirió Carlisle viendo que intentaba levantarme, controlado por la ansiedad - ¿qué ocurre? – preguntó volviendo a recostarme en la cama.

"Quiero levantarme", quise decirle pero no salió sonido alguno. Ambos intercambiaron miradas nerviosas entendiendo mis deseos para cuando lo volví a intentar, y yo empecé a impacientarme al ver que se rehusaban a dejarme hacerlo.

-Cariño, ¿por qué no permaneces en cama hasta que te vea un doctor? –sugirió mi madre besando mi frente.

"No, no es necesario", pensé teniendo que negar de lado a lado al ver que les era imposible leerme la mente.

-Esme, te necesitamos abajo… los de cáterin quieren saber si… - la voz de mi esposa taladró mis oídos cuando cruzó la puerta ataviada en un traje negro. Agaché la cabeza avergonzado.- Ed-dward… - tartamudeó sosteniéndose de la puerta para no caer.

Alcé la mirada nervioso, encontrándome con sus ojos marrones tan parecidos a los de ella y a la vez tan diferentes. Negué respirando con esfuerzo a la vez que rehuía su mirada y cerraba los puños sobre las sábanas. "No podía… eran recuerdos muy dolorosos"…

-Edward – llamó insegura a la vez que salvaba la distancia que nos separaba con temor – mírame.- pidió. El sonido de la puerta al cerrarse me indicó que nos habían dejado solos. Me tensé, a la vez que ella se sentaba a mi lado en la cama y empezaba a acariciar mi rostro.

"Lo siento", pensé sintiéndome una basura al encontrarme con sus ojos cargados de dolor y reproche. Ángela frunció el ceño angustiada, una serie de arrugas poblaron su frente instigándome con su mirada al ver que no contestaba nada. "No encuentro mi voz", quise decirle, pero silencio, sólo un incómodo silencio se situó en medio de ambos. Suspiró derrotada, y me apresuré a negar nervioso al ver que las lágrimas comenzaban a aglomerarse en sus ojos, pero fue en vano, sólo conseguí verme más patético y miserable.

-Es más fuerte que yo…-susurró para si misma- siempre lo fue… - murmuró dejándome confundido, y sin dar otra explicación se perdió por la puerta, huyendo de mi presencia que parecía lastimarla.

"¿Qué?... ¿qué fue eso?"…


Me sostuve con esfuerzo de la baranda, ayudándome de ésta para llegar al final de las escaleras. El murmullo de conversaciones casuales se colaba por la puerta entreabierta al final del pasillo que daba al gran salón, - "¿Qué diablos esta pasando?"- pensé intrigado al ver que mozos en traje, salían y entraban por esta puerta llevando bandejas cargadas con bocaditos y bebidas.

Una lúgubre melodía iba tomando intensidad conforme me acercaba al gran salón. El corazón se me hizo trisas – "ellos no pudieron. No, no eran capaces de…" - tragué en seco, espantado con la sola idea. Mis pies se hicieron de plomo y no pude avanzar más, tan sólo un par de metros me separaban de la estancia, pero el miedo y el dolor me retenían en ese lugar, – "¡vamos Edward!" - me dije a mí mismo apoyándome en la pared, intentando tranquilizarme.

Cerré los ojos recostando la frente en el frio muro. Esme me había pedido que me quedara en cama prometiendo volver pronto, pero mi inquieto corazón me había llevado a esta situación, - "¿cómo estar tranquilo?"- suspiré por enésima vez intentando regular mi errática respiración. "Maldición", pensé golpeando el muro frente a mí…

-Señor, lo puedo ayudar - la voz de un joven me sacó de mis pensamientos - ¿se encuentra bien? – preguntó el mozo mirándome con cautela. Asentí, pero el joven me miró escéptico esperando que me desplomara en cualquier momento. Bufé fastidiado alejándome de él rumbo al gran salón cuándo éste me detuvo algo nervioso.

-Lo siento señor, es una reunión privada… - dijo intimidado por mi mirada. "¿Una reunión?... ¡Que diablos!... ¡demonios!". Tiré de mi brazo molesto, dispuesto a abrirme paso a la fuerza, pero el joven parecía empecinado en cumplir con su trabajo. "A la hora que venía a echar de menos mi voz", pensé haciendo de lado al joven – ¡espere! – gritó el pobre iluso cuando la puerta se volvió a abrir.

-Edward… - dijo Ángela saliendo por esta, pero no pude prestarle atención.

Mi corazón dejó de latir y un grito agónico escapó de mis labios. Me sentí mareado, asqueado, débil. Tuve que luchar para no perder la poca cordura que me quedaba al ver el circo que habían armado.

"No…no"

"No…"

Repetía incansablemente moviéndome como autómata entre la gente. Fotos de ella colocadas en cuadros oscuros por toda la sala, coronas fúnebres bajo éstos dándole un sentido erróneo a toda esta situación – "porque ella no estaba muerta, no lo estaba" -, rostros indiferentes paseando y conversando de algo que no tenía sentido para mí.

"No"

"¡No!"

Me faltó el aliento y dejé de respirar al detenerme frente a un gran cuadro desde el que ella me sonreía radiante. Una pequeña urna yacía bajo ésta y velas encendidas iluminando la perfecta imagen me calaron los huesos a pesar de que no hacía frio.

-¡NO! – grité agónico dejándome caer al suelo mientras las lágrimas se derramaban por mi rostro – ¡NOOO! – volví a gritar en medio del gran silencio que se había formado.

-Edward hijo… - escuché sollozar a mi madre desde algún lugar en la habitación. Vi sus intenciones de correr hacia mí pero fue detenida por mi padre.

-¡ELLA NO ESTA MUERTA! – grité desesperado – ella… esta… viva – susurré impotente, ahogándome con mi llanto – está viva… - repetí jalándome los cabellos queriendo acabar con esa farsa.

-Edward… - pude reconocer la voz de Emmet cargada de pena y rabia a pocos pasos de mí, cuando lo sentí tirar de mí para sacarme del lugar.

-¡Aléjate! – grité empujándolo contra uno de los cuadros que se hizo trizas cuando éste calló sobre el– todos… -susurré impotente sin inmutarme por sus caras de desaprobación- ¡FUERA! – grité fuera de mí, empezando a romper los arreglos florales - ¡LARGO! – las cosas empezaron a caer, el cristal se hizo añicos en el suelo, pero la gente sólo me miraba con pena moviéndose para darme paso. – largo… - dije abatido cuando sentí una mano estrellarse en mi mejilla.

-¡BASTA! – el impacto me dejó aturdido por unos segundos cuando pude enfocarme en esa pequeña persona que me había golpeado – ¡Cállate de una maldita vez Cullen! – bramó Alice furiosa, sus pequeños puñitos se cerraron con fuerza a ambos lados de su cuerpo y pude ver a Ángela que tiraba de ella para alejarla de mí.- eres un… ¡un maldito hipócrita!.- inquirió con lágrimas en los ojos.- vienes… vienes a hacerte la víctima después de todo el daño que has hecho… - le di la espalda, incapaz de mirarla a los ojos y ver el sufrimiento que estaba pasando. Yo conocía ese dolor. Luché por controlar los sollozos, y poner una máscara de indiferencia tras sus palabras pero sólo conseguí enfadarla más con mis acciones.

- Quiero que todos se larguen de mi casa - mascullé entre dientes, tragándome la rabia al empezar a caminar en medio del destrozo.

-¡Eres un pobre cobarde!… - inquirió Alice tirando de mí para que la afrontara - ¿crees que eres el único que esta sufriendo, eh Cullen?... ¿crees que todos te deberíamos tener pena ahora?... ¡Maldición!... ¡Fue tu culpa!

-Alice por favor… - pidió Esme entre sollozos.

-Déjala Esme. – dije con el ceño fruncido - ¿yo la maté? ¿eso es lo que quieres decir?... – dije sintiendo el dolor arremeter contra mí, pero controlándome para no mostrar debilidad – "no delante de ellos, ya no" - , y no hice nada por detenerla cuando empezó golpearme el pecho.

-Tú la mataste… ¡TU CON TU MALDITA CEGUERA LA FUISTE MATANDO POCO A POCO!… -"No, no por favor", pensé deseando que se callara - Bella nunca se hubiese ido si tú no hubieses sido tan imbécil – los sollozos de Ángela tomaron fuerza, mientras Alice disfrutaba del sufrimiento que ya no pude ocultar. Sus palabras me habían dejado desarmado.- Bella siempre te amó Cullen… siempre… - dijo con una sonrisa triste en el rostro. Negué desesperado.

-No… - volví a negar alejándome de ella.- no… ella nunca… -las palabras se atropellaban en mi boca, y vi cómo mi vida a su lado transcurrió como en una película. Todos sus sacrificios, todo el dolor que le cause, todo ese amor.-Bella – murmuré perdido en recuerdos dolorosos – perdóname Bella – pedí en un hilo de voz, abandonándome en un llanto silencioso. "Yo te lastimé y al hacerlo, acabé con mi propia vida".

-Es muy tarde para lamentarte Cullen – sollozó Alice siendo retenida por Emmet, quien había acudido a su lado cuando la vio desmoronarse- es muy tarde – volvió a repetir sollozando angustiada.

-Edward – les día la espalda, siendo imposible sostenerles la mirada cuando Emmet habló – vete por favor – pidió con la voz cargada de amargura, empezando a alejarse con Alice en brazos.

-Tú perdiste a Bella – susurró Alice a mis espaldas – nosotros los perdimos a ambos – inquirió dejándose llevar.


La lluvia arreciaba con fuerza contra las lunas del auto. La luz de un poste en mal estado titilaba en la esquina opuesta a donde estaba estacionado, desdibujando las sombras de figuras ocultas en un callejón cercano.

20 de Diciembre

Había pasado un año desde que me fui de casa dejando atrás todo recuerdo doloroso. Un año en el que anduve sin rumbo fijo, buscando apaciguar esta congoja con placeres mundanos durante el día, para luego recaer en una aguda depresión durante la noche.

Me convertí en un ser insociable por naturaleza, hallando en la soledad el consuelo que no podía encontrar en compañía de otros, pero ese pequeño resquicio de paz se veía interrumpido ocasionalmente cuando visitaba a mi familia. Intente calmar su preocupación por mi deteriorado estilo de vida, pero después de cada visita infructuosa en la que sólo conseguí abrir nuevas heridas, desistí de hacerlo. Había pasado mucho tiempo desde que abracé a Esme por última vez, o desde que vi sonreír a Alice sinceramente. Emmet se había mudado y Ángela…

Apuré la botella de coñac cuando los recuerdos acudieron a mi mente…

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Flash Back

.-.-.-.-.-.-.-.-.-

La escuché bufar frustrada pero decidí no darle más cabida para que empezara con una nueva retahíla de reproches. Siempre era lo mismo. Observé absorto mis manos esperando que empezara con ese discurso que me sabía de memoria…

-¿Cuánto tiempo vas a estar huyendo? – preguntó poniendo su mano sobre la mía para llamar mi atención.- Esme te extraña y yo también – suspiró soltándome dolida al ver que no me inmutaba por sus palabras. Me pasé la mano por mi pronunciada barba luchando por mantener una máscara de indiferencia. Ella me miró impaciente, buscando en mis ojos alguna respuesta.- ¿estás comiendo bien?, cada vez que nos vemos te veo más delgado – asentí agradecido que el mozo llegara en ese momento a dejar nuestro pedido.

-¿En dónde estas durmiendo? – volvió a atacar con otra pregunta – tienes una casa Edward, no necesitas estar viviendo en esa… ese lugar – se corrigió, intentando no despreciar mis últimas adquisiciones.

-Lo sé Ángela – dije sin inmutarme por su vacilación, apurando un raviol para no tener que hablar más.

-Pues regresa entonces – susurró- tu ausencia no ha hecho más que empeorar las cosas…

-No es sencillo – acoté sin muchos ánimos de seguir con esa conversación.

-Ni siquiera lo has intentado – inquirió – pareces empecinado en buscar tu propia destrucción – apuré la copa de vino tratando de pasar por alto sus palabras. Ella me miró expectante pero no iba a conseguir una confesión de mí si era eso lo que quería.

-Alice quiere que regreses – susurró poco después – está arrepentida y te extraña mucho – asentí incómodo pues era un tema espinoso para mí, a pesar de que no la culpaba de nada.

-Dile que la quiero y que no tengo nada que perdonarle – dije con voz monocorde tratando de ocultar las emociones que me habían producido esas simples palabras. Ella asintió resignada.

-¿Hasta cuándo la vas a seguir llorando? – preguntó con la mirada fija en su plato. Dejé de comer molesto.

-Basta Ángela – dije perdiendo el apetito.

-No Edward, basta tú – pidió - ¿no ves todo el daño que te estas haciendo? – preguntó indignada - ¡Estás más muerto que vivo! – exclamó llamando la atención de las mesas contiguas – te aferras a una idea imposible y buscas a alguien que no puede ser hallada – cerré los puños debajo de la mesa, luchando por controlar la ira que me consumió tras sus palabras. No podía descargármelas con Ángela, ella no buscaba lastimarme, pero sus palabras dolían.

-Bella no esta muerta – mascullé entre dientes.

-Ella murió en ese accidente de avión – dijo con pena – es hora que lo aceptes.

-No, eso es mentira – contradije. Siempre era la misma discusión.- nunca encontraron su cuerpo.

-Edward… - intentó hacerme razonar, pero no encontró palabras para acabar con mis esperanzas. Sus grandes posos profundos brillaban decepcionados, sus mejillas arreboladas me hacían recordarla a… "No", negué luchando contra los recuerdos – eres terco – la escuché bufar cansada, pero mis pensamientos ahora estaban con otra persona.

-Yo no digas más Bella – sonreí melancólico – por favor…

-Ángela, soy... Ángela – "Maldición", pensé siendo consiente de mi craso error. La vi suspirar mirando triste su plato, y me forcé a buscar las palabras correctas para no lastimarla más de lo que ya había hecho.

-Perdóname Angie – "Ok, eso no fue muy original", pensé viendo cómo empezaba a guardar sus cosas dispuesta a marcharse. No la amaba, pero era una gran amiga y no se merecía todo el daño que le estaba causando.

-¿Crees que alguna vez sentirás por alguien, lo que sentiste por Bella? – preguntó buscando en mis ojos la respuesta. Negué siendo incapaz de mentir. La vi sonreír, pero la felicidad no le llegó a los ojos y me odié por eso.

-¿A dónde vas? – pregunté preocupado pues no podía dejarla marchar en ese estado.

-Te quiero Edward – susurró – pero no puedo seguir siendo la mujer invisible para ti. Estoy cansada. – murmuró limpiándose una lágrima – estoy exhausta de ser sólo un hombro en el cual puedas llorar. Quiero… quiero ser otra parte del cuerpo para ti – asentí comprendiendo que eso era imposible – quiero ser… la Bella de alguien.

-Perdóname – supliqué – nunca quise lastimarte.

-Lo sé – asintió- y está bien, no es tu culpa. Nunca planeé sentir algo por ti, simplemente pasó. – dijo dándome la espalda.

-Lo siento – susurré viéndola perderse por la puerta del restaurant.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Fin del Flash Back


Pocas fueron las veces en que la volví a ver después de ese día, pues nos estábamos divorciando de esta situación enfermiza y errónea. Yo no la podía amar, y ella se merecía a alguien mejor que yo. Fue por eso que no puse objeción alguna cuando una la solicitud de divorcio llegó un día cualquiera a la pocilga en la cual estaba viviendo. Lo difícil fue negociar con ella; yo tenía demasiados vienes que no iba a necesitar dentro de algún tiempo, pero ella se rehusó a aceptarlos. Siempre tan noble…

Resoplé. Por fin había dejado de llover y yo seguía estacionado en el mismo lugar de siempre. Apuré el último trago de mi bebida intentando calmarme por lo que iba a hacer. Un año había pasado y en medio de mi miseria había encontrado las fuerzas para llevar a cabo mis planes, pero antes necesitaba realizar una cosa que me había estado carcomiendo la cabeza y los sueños. Tenía que regresar a ese lugar por una última vez. Sentirla y saber que pronto todas las cosas irían para bien. Pronto estaríamos juntos.

Giré la llave del carro, dejando que el motor se calentara. Tenía una nueva esperanza que me hacía sonreír en medio de este abismo de dolor. "Falta poco". Sonreí por última vez dándole marcha al carro. Un vagabundo revolvía la basura en un callejón cercano cuando lo pasé a gran velocidad. Pensé que las diferencias entre ese pobre hombre y yo no eran muchas: ambos éramos seres exiliados, tal ves por decisión propia o por cosa del destino; ambos éramos seres errantes en busca de un mejor camino; ambos encontrando abrigo en las alas de la oscura soledad. Siempre incomprendidos. Aprendiendo de la noche a sentir más allá de la piel, oír y no sólo escuchar, ver y comprender, pero no ser comprendidos. La sabia ciencia de la oscuridad…



1 comentarios:

  1. te lo suplico Awen, continua el fic! estoy esperando desde hace un año!! plisss plisss!!

    ResponderEliminar